Opinión y Actualidad

Donald Trump desató la tormenta perfecta: inflación, recesión y guerra comercial

El presidente Trump encendió la mecha de una guerra comercial global que ya empezó a cobrarse víctimas: inflación al alza, desplome de los mercados, desconfianza extrema y una economía global al borde de la estanflación.

12/04/2025

Por Pablo Tigani (*), en diario Ámbito
Desde el jueves negro (semana pasada) el mundo tiembla. El presidente Trump encendió la mecha de una guerra comercial global que ya empezó a cobrarse víctimas: inflación al alza, desplome de los mercados, desconfianza extrema y una economía global al borde de la estanflación. No es ficción, ni un ensayo teórico, es la mayor suba arancelaria de EE.UU. en más de un siglo, en el corazón de un sistema global que depende -más que nunca- del libre flujo de bienes, servicios y capitales.

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¿Puede una sola decisión política desatar una tormenta económica global?
Sí. Y está ocurriendo ahora.

Trump cree que puede revivir la industria estadounidense aumentando los derechos aduaneros. Pero el costo puede ser devastador para EE.UU., para sus socios... y también para economías vulnerables. En este artículo, analizamos por qué en EE.UU., el remedio que propone puede resultar peor que la enfermedad, y qué implicancias tiene esta ofensiva proteccionista para el futuro económico global.

Trump ya fue presidente
¿No sabía que desde 1997 cerraron más de 90.000 fábricas en EE.UU. y se perdieron 6 millones de empleos industriales? - ¿Ignoraba Trump que el salario real en el sector manufacturero está estancado desde hace más de 40 años? La lectura de Trump es simplista, la culpa es de los productos extranjeros -en especial chinos- y de la permisividad comercial de Washington. Su respuesta es, la mayor suba de aranceles en más de un siglo.

Una mirada infrecuente en EE.UU.
Para Trump, el ingreso de China a la OMC en 2001 fue un error histórico. El saldo de la balanza comercial de EE.UU. exhibe déficits gigantescos con sus principales socios comerciales: China (-USD 295.000 M), Unión Europea (-USD 235.800 M), México (-USD 171.800 M), Japón (-USD 148.200 M), Vietnam (USD -123.400.000), Taiwán (USD -74.00.000), Corea (USD -67.400.000), Canadá (USD -63.400.000), India (USD -47.600.000), entre otros.

Sin embargo, culpar al comercio exterior es referirse a “la restricción externa” en la economía estadounidense del siglo XXI. El déficit comercial refleja un problema macroeconómico interno, las importaciones exceden largamente las importaciones. En las universidades de EEUU casi no existen materias relacionadas con las exportaciones y sus bondades. Además, es un país que ahorra poco y gasta mucho, con déficit fiscal elevado, impresión de moneda y emisión de títulos extravagante, -según los manuales de sus propios economistas, egresados de las universidades estadounidenses-. EEUU abreva ahora el veneno que supo suministrar. Priorizar la financierizacion de la economía, los intereses de Wall Street por 40 años, usando la deuda y el señoreaje de su moneda como motor de crecimiento, sin realizar las reformas estructurales que paradójicamente le estuvo demandando a los países emergentes. Darle prioridad al 1% de la población tiene consecuencias sobre el resto de la sociedad. “A los estadounidenses les gusta pensar en su país como una tierra de oportunidades, opinión que otros en buena medida comparten. Pero, aunque es fácil pensar ejemplos de estadounidenses que subieron a la cima por sus propios medios, lo que en verdad cuenta son las estadísticas.” (Stiglitz).

Además, EE.UU.es un ejemplo de crecimiento con déficit gemelos. Desde 1982, EE.UU. mantuvo déficits persistentes y su PBI per cápita creció más que el de Alemania o Japón. Lo que impulsa el crecimiento no son únicamente los balances comerciales, sino el déficit financiado con una moneda aceptada por el mundo, la productividad, la innovación y la estabilidad macroeconómica.

Efecto Trump: inflación, recesión y desconfianza
Los nuevos aranceles-ahora en suspenso- elevan la tarifa efectiva, el primer dato equivalía a un aumento impositivo de USD 660.000 millones (2.36% del PBI). Según estimaciones privadas, esta medida sumará al menos 2,2% de inflación en 2025.

El impacto no termina ahí. La OMC advirtió sobre una potencial una caída del 1% en el comercio mundial de mercancías. JP Morgan subió la probabilidad de una recesión global desde el 40% hasta el 60%. El temor a las represalias que se desataron, la disrupción de cadenas de suministro y el golpe a la confianza empresarial generan un combo explosivo. Recuerde que EE.UU. representa 25% de la tasa de crecimiento del PBI mundial-en forma directa- y, otro tanto en forma indirecta

Los mercados reaccionaron muy mal: Los bonos del Tesoro se desplomaron y las acciones también. El mundo está desorientado y la Argentina tambalea. Las empresas tecnológicas estadounidenses también sufren; Apple perdió más de USD 700.000 millones en valor de capitalización bursátil. ¿Se entiende ahora la observación en artículos de noviembre, donde decíamos que Warren Buffet vendió corto y se hizo de 300.000 millones de dólares de liquidez? Hoy recompraría con ganancias siderales.

La FED, en una encrucijada
Este no es un shock de demanda, como los que le permiten a la Reserva Federal bajar tasas para sostener la economía. Este es un shock de oferta, donde suben los costos, cae la producción y suben los precios. Bajar las tasas de interés en este contexto podría agravar la inflación, aunque hay que decir que a los estadounidenses les preocupa más el consumo que la estabilidad de precios, en forma inversamente proporcional a Europa. Por eso, aunque el mercado descontaba 5 recortes de tasas, es probable que la FED actúe con más cautela. Trump amenaza con tensar la relación con Jerome Powell-jefe de la FED-. Ya lo dejó claro; su próxima gran batalla podría ser con la Reserva Federal.

¿Y Argentina?
En este contexto, Argentina enfrenta un escenario global más complicado:

    Caída de precios clave: como advertimos antes que triunfara en las elecciones Donald Trump, el petróleo, la soja y el cobre ya sintieron el impacto.

    Menos inversiones: en un mundo volátil, los capitales buscan refugio “flight to the quality”, no riesgo. Argentina con (900 bp) tiene 3 veces el riesgo país de Paraguay (300bp). Recuerde el riesgo argentino, es argentino. No confundir con la crisis. Cuando Argentina hace unos meses tenia 600bp, Paraguay tenia 145bp. Afecta mas al mas vulnerable. Ese es el pecado de Milei-Caputo. La exposición a un shock exógeno.

    Un mundo más cerrado: justo cuando el país necesita exportar para crecer y acumular reservas para tranquilizar al FMI.

    Presión cambiaria: menos dólares por exportaciones y por inversión, que la “casi nada” inversión del periodo Milei, podrían obligar junto con el FMI, una coreada devaluación del peso.

Pero también hay oportunidades. Este nuevo orden más fragmentado obliga a profundizar las relaciones latinoamericanas, fortalecer el Mercosur y repensar el ingreso a los BRICS. Es hora de mirar a India, Japón y el sudeste asiático, donde crece la demanda de alimentos, energía y servicios.

La guerra comercial que desató Trump sacude al mundo. Es un giro proteccionista que va a contramano de la teoría económica que nos vendió EE.UU. y sus cachorros por 50 años. Para el mundo, el riesgo más grande no es la recesión; es que esta nueva ola de proteccionismo debilite las bases del crecimiento global por muchos años.

Para la Argentina, es momento de actuar con pragmatismo, subir las barreras arancelarias, cuidar su mercado interno y reforzar su competitividad, buscando, además, nuevos socios comerciales. Chau EE.UU. Porque si el mundo se cierra como EE.UU., la única salida es anticiparse y moverse con inteligencia.

La apuesta de Trump-veremos luego de la tregua-, puede terminar siendo una de las decisiones más caras de las últimas décadas.

El siglo XXI exige puentes. Estrategia, no impulsividad. Cooperación, no revancha.

Mientras el mundo busca adaptarse al “nuevo desorden mundial”, la Argentina debe elegir entre mirar la tormenta desde la orilla o repensar su economía con inteligencia.

Porque la historia es clara, cuando el proteccionismo gana, la economía abierta pierde. Y esta vez gana el proteccionismo, si nos dormimos el riesgo argentino escala, justamente por lo mencionado, el alto grado de vulnerabilidad que ofrece una economía endeudada, abierta y con tipo de cambio apreciado.

(*) Director de Fundación Esperanza. Profesor de Posgrado en UBA y universidades privadas. Máster en Política Económica Internacional, Doctor en Ciencia Política, autor de seis libros.