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Opinión y Actualidad

Trump parte II y por qué este lunes es una fecha para la historia

La asunción del presidente de Estados Unidos podría marcar el comienzo oficial -y definitivo- de una nueva Era: la de las redes sociales, la inteligencia artificial, la ausencia del ridículo, las verdades relativas y las mentiras que no importan. Un fenómeno que se replica en todo el mundo, incluso en la Argentina.

Hoy 08:02

Por Pablo Vaca
Para Clarín

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Rara vez, o mejor dicho nunca, los cambios de época han coincidido con fechas redondas. Fue así cuando la Antigüedad dio paso a la Edad Media, cuando llegó el turno de la Era Moderna y cuando esta fue sucedida por la Contemporánea. Los años que marcaron dichos saltos no fueron 500, 1500 o 1800, sino 476 (caída de Roma), 1453 (caída de Constantinopla) y 1789 (Revolución Francesa).

Lo mismo parece suceder ahora: cuando en el futuro los historiadores tengan que decretar el comienzo de un nuevo tiempo probablemente miren a 2025. No al 2000. Señalarán este lunes 20 de enero, día en que Donald Trump asumió por segunda vez como presidente de los Estados Unidos.

Ayuda al pronóstico que, más allá de la dificultad de percibir estos movimientos mientras se los vive, esta nueva época tiene entre sus tantas particularidades la característica de emitir señales inequívocas de su propia llegada.

Para empezar, gracias a una herramienta determinante: prácticamente todos los seres humanos vivimos mirando un aparato, que llevamos pegado a la mano, que nos comunica, informa y amplifica lo que pasa en cada rincón del mundo en tiempo real.

Los indicadores de que rigen parámetros novedosos se multiplican. Incluyen anécdotas “casi menores”, como que Trump haya ganado sin despeinarse pese a haber sido condenado por pagarle por su silencio a una actriz porno. O que haya afirmado, sin que su piel naranja se ruborizara, que los inmigrantes de Springfield, Ohio, se comían a sus mascotas.

Y cuestiones más trascendentes, como que a la mayoría de los estadounidenses les resbaló que antes de asumir Trump hablara de anexar Groenlandia o de sumar Canadá a los Estados Unidos. Podría haber hablado del clima. Daba igual.

El General decía que del ridículo no se vuelve. No podía saber que 40 años después de su muerte el ridículo no iba a existir. O, por lo menos, ya no importa.

Porque un rasgo indudable de la nueva era, la de la Inteligencia Artificial y las redes sociales, es que siempre la verdad es relativa. Por eso se puede negar el calentamiento global. Por eso el equivalente al ministro de Salud estadounidense, Robert Kennedy Jr., descree de las vacunas.

Toda afirmación puede ser desmentida. Sólo importa el grado de prepotencia del posteo.

De nuevo: a muchos, tanto allá como acá, nada de esto parece preocuparlos.

Para que este lunes sea la fecha elegida para el cambio de era oficial, resulta decisiva la simbología reunida en Washington para la asunción de Trump. De arranque, asistió una plutocracia tecnocrática sin precedentes. Los tres hombres más ricos del mundo estuvieron allí. Elon Musk (X, Tesla, SpaceX), Jeff Bezos (Amazon, The Washington Post) y Mark Zuckerberg (Meta). También Sundar Pichai, CEO de Alphabet, empresa madre de Google; Tim Cook, CEO de Apple, y Shou Zi Chew, CEO de TikTok. Otro signo de los tiempos: el posible cierre de TikTok ocupó más a Trump hasta ahora que la invasión de Ucrania por parte de Rusia, guerra que cumplirá tres años en breve.

Otros invitados especiales a la ceremonia en el Capitolio dan también la pauta de que vivimos tiempos distintos. Nuestro Javier Milei; Nayib Bukele, presidente de El Salvador; Giorgia Meloni, primera ministra de Italia; Santiago Abascal, líder del partido Vox de España; el británico Nigel Farage y el francés Eric Zemmour.

Todos destacados representantes de la nueva ultraderecha, que aplaudieron a rabiar los anuncios de Trump de que renombraría el Golfo de México como Golfo de América (lo que provocó una carcajada de parte de Hillary Clinton), que llevaría la “bandera de las barras y estrellas” a Marte (para felicidad de Musk), que “recuperaría” el Canal de Panamá de manos chinas y que “devolvería” la libertad de expresión a su país.

Son -los billonarios de internet y estos líderes de derecha- las caras del nuevo orden mundial. Los acompañan otros que sintonizan la misma frecuencia, cada uno con sus matices. Xi Jinping, en China. Vladimir Putin, en Rusia. Viktor Orbán, en Hungría. Jair Bolsonaro, en Brasil. Narendra Modi, en India.

Ninguno salió de un repollo. Representan fielmente a buena parte de la humanidad actual.

Nadie sabe qué vendrá. Todo puede pasar. La incertidumbre es, claro, otro gran signo de estos tiempos.

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