En el Gobierno creen que es la hora del modelo Silicon Valley, donde prosperan este tipo de startups tech.
Por Carlos Pagni
Para TN
Javier Milei va a viajar este jueves a Palm Beach para encontrarse con el presidente electo de los Estados Unidos. Alrededor de todos estos movimientos hay algunos detalles que van más allá de lo anecdótico y que revelan una forma de pensar el poder, una forma de pensar el Estado, de pensar la política.
Esto está ocurriendo alrededor del regreso de Donald Trump a la Casa Blanca y también en relación con la aproximación de Milei con el mandatario estadounidense.
Siempre que ha habido crisis en la política. Siempre que la política, como actividad, como profesión, ha defraudado o ha tenido problemas de representación con la gente, aparece en la cabeza de las sociedades la idea de que puede haber una actividad, un modelo de funcionamiento distinto para reemplazarla.
Durante décadas en América Latina y en la Argentina ese modelo era el del cuartel, la intervención de los militares en la política. Los golpes, que no se producían solamente porque las sociedades entendían que había que tener una intervención armada que pusiera orden, sino porque, para mucha gente, el modelo del cuartel, el orden militar, los rituales de la vida castrense, podían redimir a la política de sus vicios. Ofrecía un modelo de funcionamiento.
Felizmente, nos curamos de esa enfermedad y no hay golpes de Estado. Pero sí existe la fantasía de que se pueden ir a encontrar a la política soluciones fuera de la política. Por ejemplo, en las empresas, en las grandes corporaciones clásicas. Así surge gente como Trump, como Macri, como Sebastián Piñera, el expresidente fallecido de Chile, empresarios.
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Mucha gente dice “estos que manejan grandes cantidades de gente, manejan negocios, son exitosos, saben hacer planes de negocios, muchos estudian afuera, van a poder redimirnos de los vicios, de las dificultades, de las frustraciones, de la unidad básica o del comité”.
En este momento, en la Argentina y en Estados Unidos, aparece una oleada del mismo tipo, pero ya no con empresarios clásicos. Es la hora de los emprendedores digitales, de los empresarios tecnológicos. Es la hora del modelo Silicon Valley, donde prosperan este tipo de empresas.
El presidente acaba de designar hoy a uno de estos empresarios como embajador en Estados Unidos, Alejandro Oxenford, que se hizo famoso creando empresas tecnológicas. La más antigua, la más famosa fue De Remate, una empresa de compra de cosas de segunda mano.
Ayer el Presidente visitó Ualá, otra firma tecnológica/financiera, y se abrazó con el dueño, que venía de obtener un respaldo de empresas inversoras.
Estamos viendo cómo cada vez que va a los Estados Unidos, Milei va específicamente a California, a encontrarse con este tipo de emprendedores. Uno de ellos, Mark Zuckerberg, dueño ahora de Meta, exFacebook, recibió al presidente argentino como orador en una reunión de su compañía este lunes.
Y hay un puente entre Milei y Trump que es Elon Musk, otro empresario del mismo tipo, con una curiosidad. Un empresario que expresa, igual que todos los demás, una especie de utopía, explícita: la utopía de un mundo sin Estado y sin burocracia.
Un mundo ideal donde los asuntos públicos se puedan manejar con software, con algoritmos. Acá aparecen las redes sociales como medio de comunicación. Con una curiosidad, cada vez que Elon Musk se encontró en problemas, lo rescató el Estado. Una pequeña mancha en la camisa. Pero aparece un nuevo modelo de funcionamiento, una nueva utopía. Difícil de cumplir. El Estado y la política probablemente sobrevivan una vez más.