En la fiesta del Señor de Mailín, Santiago del Estero, en un contexto de muchedumbre creyente, la tradición litúrgica proclama el texto bíblico de la Ascensión de Jesús. Allí, los apóstoles atónitos veían subir en medio de nubes a quien fue su Maestro.
Por el Pbro. Marcelo Trejo, Dr. en Teología
De esa manera confirmaban con sus ojos la corazonada de fe que los sostuvo: ¡Tú eres el Cristo, el Mesías, el Hijo del Dios viviente! (Mt 16,16). Un relato que podría dar un triunfal fin de coronación religiosa.
Sin embargo, - siguiendo la narración - la magia apofática del momento se quiebra con una advertencia inmediata de ángeles: «Hombres de Galilea, ¿por qué están aquí parados, mirando al cielo? Jesús fue tomado de entre ustedes y llevado al cielo, ¡pero un día volverá» (Hch 1.11).
HACÉ CLICK AQUÍ PARA UNIRTE AL CANAL DE WHATSAPP DE DIARIO PANORAMA Y ESTAR SIEMPRE INFORMADO
Entonces la perspectiva se trastoca y su operatividad adquiere una significación distinta. Las puertas del cielo no se abren para el escape del mundo y su grave dolor humano (fuga mundi). Contrariamente, los sellos apocalípticos se rompen; y - tal vez por ello -, Aquel que, “sentado en su trono hace nueva las cosas”, entrega su poder reconfigurante al pueblo que camina en pobreza y tribulación (cf. Ap. 21.5).
Más aún, compenetrados en el Poder de Dios, nunca más seremos sujetos destinados otra vez al temor y la confusión que malignamente azota. Por tal caso, si el Señor de Mailín se encuentra en las puertas del cielo, su fuerza divina se incrusta fehacientemente en el Pueblo de la Tierra.
Desheredados hijos de Eva que, junto a la desbastada eco-creación gemida en sus tierras, bosques, litio, cobre, agua y petróleo nacional, rescindirán toda esclavitud corrupta que aqueja (cf. Rom 8, 15 ss).
Hombres y mujeres nunca ingenuos ni tampoco resignados. Sólo esperan su tiempo oportuno. “Esperamos lo que no vemos; y con paciencia tenaz lo aguardamos” (Rom 8, 25).
Bien se dice entonces, «ante tanto desamor, ante tantos proyectos de vida feos a los que nos quieren someter y a los que quieren llevar al pueblo... no van a poder. Yo confío infinitamente en las fuerzas del pueblo». (Cristina Kirchner, 13 septiembre 2024)
Un pueblo que camina tensando su propia historia llena de vicisitudes recientes hasta el momento propicio. Ni antes ni después; ni en la penuria vital que golpea día a día, ni frente al horizonte desazonado que envuelve. La hora de los pueblos gravita en ello, pero es más que ello. No son minutos son instancias; saltos cualificados de discernimiento popular que sopesa las posibilidades posibilitantes de reversión económica y cambio político.
Un 17 de Octubre, Scalabrini Ortiz emocionado recordaba: “Lo que yo había soñado e intuido durante muchos años, estaba allí presente, corpóreo, tenso, multifacético, pero único en el espíritu conjunto. Eran los hombres que estaban solos, esperaron e iniciaban su tarea de reivindicación”.
Hoy no hay fecha; solo una sabiduría de espera popular percibiendo que: “el horno todavía no está pa’bollos”. No cualquier tiempo, ni de cualquiera manera; ni menos con cualquiera. La harina sigue dilapidándose a diestra y siniestra. No hay aún masa nueva que fecunde y mucho menos proyecto de pan que se parta, reparta y comparta.
¿Llegará?, claro que sí! El país real irrumpirá y, en esa hora oportuna de posibilidades, el pueblo recobrará su Argentina.
HACÉ CLICK AQUÍ PARA UNIRTE AL CANAL DE WHATSAPP DE DIARIO PANORAMA Y ESTAR SIEMPRE INFORMADO