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"Shu-Ha-Ri": una técnica japonesa que ayuda a potenciar y conservar una relación de pareja

Su origen proviene de las tradiciones de Buda y las artes marciales tradicionales de Japón y la idea es aprender bien las reglas (Shu), adaptarlas y personalizarlas (Ha) y, finalmente, actuar de forma intuitiva y natural (Ri).

14/10/2024

Siempre que iniciamos una relación de pareja, queremos que fluya la comunicación, que haya entendimiento, respeto y complicidad y, con el paso del tiempo, quede un pozo de amor y pasión que mantenga vivas las ganas de seguir con esa persona. Si bien sabemos que mantener una relación a veces no es tan fácil y normalmente se trata de ensayo-error, los japoneses adaptaron un concepto, el Shu-Ha-Ri, como marco para trabajar las relaciones de pareja.

Su origen proviene de las tradiciones de Buda y las artes marciales tradicionales de Japón y la idea es aprender bien las reglas (Shu), adaptarlas y personalizarlas (Ha) y, finalmente, actuar de forma intuitiva y natural (Ri).

Ana Domínguez, psicóloga española especializada en relaciones de pareja, señala que “es muy poco probable que dos personas, al conocerse, expongan de una forma tan precisa qué pasos van a ir dando en su relación. No obstante, el Shu-Ha-Ri sí puede ser una guía para entender que las relaciones evolucionan y que, en esta evolución, los cimientos son esenciales”.

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Es el momento de poner sobre la mesa aquellos principios irrenunciables que están presentes en la relación. “El respeto mutuo parece evidente, pero también hay básicos que pueden ser esenciales para unas personas y no para otras”, dijo Domínguez y expresó que esta parte significa que:

  • Se construye la relación sobre una base sólida de confianza y seguridad.
  • Se establece una comunicación efectiva.
  • Se practica la resolución de conflictos y la gestión de emociones.
  • Se refuerza la conexión y comprensión mutua.

Una vez que los cimientos están puestos, “la idea es dejar un margen a la flexibilidad y adaptar las reglas a las necesidades que van surgiendo a medida que avanza la relación y aparecen nuevos desafíos. Es ver lo que realmente funciona para cada uno, pero sin transgredir los acuerdos básicos”. Esta parte tiene que ver con que:

  • Se aprende a comprender y responder mejor a las necesidades individuales del otro.
  • Se refuerza la intimidad.
  • Se promueve el crecimiento continuo, tanto personal como de pareja.

En la última fase, la pareja consiguió internalizar no sólo esos cimientos iniciales, sino también las sucesivas adaptaciones que se fueron haciendo con el paso del tiempo. “De esta forma, todo fluye con naturalidad, de forma intuitiva, sin esfuerzo. Es mucho más fácil anticiparse a los deseos y necesidades del otro, haciendo que la vida en común sea más satisfactoria y plena”, dijo la especialista y añadió:

  • Se puede evolucionar continuamente y adaptarse a nuevas circunstancias.
  • Los retos y desafíos se afrontan sin que peligre la estabilidad y la armonía.
  • Se trascienden las reglas y expectativas externas.
  • Se creó un conexión única y duradera, basada en la comprensión y la confianza.

Aunque, visto así, pueda parecer un organigrama con poco margen para la improvisación, la psicóloga dice que en realidad sería todo lo contrario: “Partir de una base segura y estructurada (Shu), que nos hace avanzar sin miedo ni dudas, para ir flexibilizando y personalizando la relación (Ha) hasta llegar a una conexión intuitiva y fácil”, culminó.