El primer ministro Alexander de Croo, en un discurso muy duro, le exigió a Francisco “medidas concretas” para limpiar el pasado y poner los intereses de las víctimas por delante de los de la institución.
“La Iglesia debe avergonzarse y pedir perdón”. En su primer discurso en Bélgica, uno de los países de Europa más impactados por el escándalo de abusos sexuales de menores en el clero, el Papa fue enseguida al nudo más dramático de esta gira e hizo un nuevo “mea culpa” sobre este “flagelo” que, aseguró, “la Iglesia está afrontando con decisión y firmeza, escuchando y acompañando a las personas heridas e implementando un amplio programa de prevención en todo el mundo”.
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Al ver que incluso se refirieron a este espanto en sus respectivos discursos el rey Felipe de Bélgica y el primer ministro Alexander de Croo, que fue especialmente duro al exigir “medidas concretas” para limpiar el pasado y poner los intereses de las víctimas por delante de los de la institución, el Papa, consciente de las heridas, improvisó y tuvo palabras más fuertes de las que tenía previstas en su discurso.
“La Iglesia es santa y pecadora”, reconoció Francisco, que sin medias tintas habló de la “vergüenza de los abusos a menores” y que no tuvo problemas en aplaudir, antes, la dura intervención del primer ministro belga. Esta llamó la atención y se destacó por ser una de las más duras que recibe el Papa en un viaje internacional, en un fiel reflejo del profundo sentimiento que hay en Bélgica respecto de este escándalo.
Francisco, que se espera que se reúna con un grupo de 15 víctimas, definió a los abusos una “vergüenza que todos nosotros debemos asumir, pedir perdón y resolver el problema”.
“Nosotros pensamos en los tiempos de los santos inocentes y decimos ‘¡oh, qué tragedia que hizo el rey Herodes! Pero hoy en la Iglesia existe este crimen”, reconoció. “La Iglesia debe avergonzarse y pedir perdón y tratar de resolver esta situación con humildad cristiana. Y poner todas las condiciones para que esto no pase más”, agregó, improvisando. Y fue más allá: “algunos me dicen ‘Santidad, piense que según las estadísticas la gran mayoría de los abusos se da en la familia, en el barrio, en el mundo del deporte, en la escuela’. ¡Un solo (caso) es suficiente para avergonzarse!”, clamó. “En la Iglesia debemos pedir perdón por esto, esta es nuestra vergüenza y nuestra humillación”, insistió.
El Papa, que habló así en un salón del bellísimo castillo de Laeken, residencia de los reyes ubicada en las afueras de Bruselas, donde fue recibido con todos los honores -fue escoltado por guardias de honor a caballo y bandas al ingresar y al salir-, también se refirió a otro escándalo que dañó a la antes influyente y ahora desacreditada Iglesia católica: el fenómeno de las “adopciones forzadas” que hubo en Bélgica entre los años 50 y 70 del siglo pasado.
“En esas historias espinosas se mezcló el fruto amargo de un crimen y un delito, con aquello que era lamentablemente el resultado de una mentalidad difundida en todos los estratos de la sociedad; hasta el punto que, quienes actuaban de acuerdo a esa mentalidad, pensaban en conciencia que estaban haciendo un bien, tanto para el niño como para la madre”, dijo.
“Con frecuencia las familias y otras entidades sociales, incluida la Iglesia, pensaron que, para quitar el estigma negativo, que desgraciadamente en esos tiempos afectaba a la que era madre soltera, sería mejor para ambos, madre e hijo, que este último fuera adoptado. Hubo incluso casos en los cuales a algunas mujeres no se les dio la oportunidad de decidir si quedarse con el niño o darlo en adopción”, reconoció. “Y esto sucede hoy en algunas culturas, en algún país”, lamentó Francisco.
Por todos estos horrores y errores de la Iglesia, de ser uno de los más tradicionales países católicos del Viejo Continente, Bélgica es hoy uno de los más secularizados. Fue uno de los primeros países de Europa en legalizar la eutanasia en 2002 y los matrimonios homosexuales en 2003. Según un informe del episcopado local de 2023, el 50% de los belgas se considera católico -contra el 53% de 2018-, hubo una fuerte disminución de la práctica religiosa (en 2022 sólo el 8,9% de los belgas declaró ir regularmente a misa, contra el 50% de 1960) e incluso creció el fenómeno de quienes piden ser cancelados del registro de bautismos. Entre 2018 y 2022 fueron suprimidas del culto 131 iglesias; en algunos templos ahora funcionan discotecas.
El caso de pedofilia que más shockeó a Bélgica fue el que protagonizó el exobispo de Brujas Roger Vangheluwe, que abusó de su sobrino cuando era pequeño, según él mismo admitió cuando renunció en 2010. Pese a ello Vangheluwe, hoy de 86 años, recién fue reducido por el Vaticano al estado laical en marzo de este año, justamente en vista de este viaje papal y cuando las presiones del gobierno y del Parlamento ya se habían vuelto insostenibles.
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