Septiembre puede convertirse en una oportunidad para retomar el impulso y poner foco en el crecimiento personal y profesional.
Por Ivana Zapata, en diario Ámbito
Cada estación del año da paso a un nuevo ciclo. La llegada de la primavera es el momento en el que la naturaleza retoma su actividad. La luz del sol y el aumento de la temperatura hacen salir del letargo invernal a muchas plantas y animales. Todo a nuestro alrededor se vuelve a llenar de vida, aparecen los brotes y las flores donde parecía no haber nada, los animales se vuelven más activos y las personas en general ven renovada su energía y su motivación con esta estación en la que los rayos de sol se animan a más.
Esta mayor cantidad de horas de luz y las temperaturas más agradables provoca cambios en la síntesis de melatonina y serotonina, hormonas que influyen en nuestro estado de ánimo. La serotonina es un neurotransmisor que colabora en la inhibición de la ira y el mal humor. La melatonina, por su parte, ayuda positivamente a nuestro sistema inmunológico. Por eso, la Primavera es un momento excelente para revisar nuestros planes o abrirnos a nuevos proyectos. En ese sentido, septiembre puede convertirse en una oportunidad para retomar el impulso y poner foco en el crecimiento personal y profesional.
¿Por dónde empezar? En primer lugar, te propongo revisar tus objetivos, preguntarte si siguen siendo valiosos e importantes para vos: ¿Para qué trabajarás en ellos? ¿Cómo al cumplirlos van a transformar la persona que sos hoy?
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Una vez que revisaste el rumbo y reafirmaste tus elecciones, te invito a evaluar qué tan cerca estás de esos objetivos en cada área de tu vida, y a identificar qué te falta para alcanzarlos.
Es importante reflexionar sobre esa “distancia” entre lo que ya transitaste y lo que aún te falta recorrer. ¿Qué es lo que te falta para llegar a tu meta? ¿Qué herramientas, conocimientos o recursos son necesarios para avanzar en ese camino que te propusiste? A partir de las respuestas a estas preguntas, puede que tengas que trabajar en diferentes aspectos, por ejemplo:
Desarrollar alguna habilidad o competencia en particular.
Entrenarte para potenciar alguna habilidad o competencia que ya tenés.
Obtener algún recurso, sea material o intangible.
Ahora bien, ¿qué vas a hacer para seguir avanzando?
Muchas personas encuentran en un coach ontológico profesional un facilitador de sus procesos de aprendizaje y transformación, y eligen el coaching como la disciplina para desarrollarse personal y/o profesionalmente.
En algunas ocasiones, los seres humanos tenemos ciertas creencias o limitaciones que nos ponemos nosotros mismos (por ejemplo, para pedir ayuda) transformándose en un obstáculo a la hora de llevar adelante cualquier plan. Reflexionar sobre cómo pedir ayuda aumenta tu capacidad de acción y puede ampliar tus posibilidades de cumplir tus metas. Todos tenemos relaciones a las que podemos solicitar colaboración: un colega que te apoye, una empresa que te sponsoree, etcétera. Dejar ir esas creencias, que muchas veces no son más que miedos, es liberarse de lo que no nos permite florecer y crecer.
Un coach puede acompañarte a trazar un plan para cumplir esas metas, te invitará a diseñar estrategias para alcanzarlas y te acompañará en la ejecución para que puedas aprender de los obstáculos, celebrar tus logros y medir tus avances.
Cualquier proceso de aprendizaje, desarrollo y transformación necesita de un sostén apropiado… y por ello el factor emocional no es menor. La emocionalidad de tu proceso será un motivador importante para avanzar, y un coach custodiará que los estados emocionales adecuados estén presentes en tu jardín de emociones. “¿Cómo te vas a sentir cuando alcances tus metas?”, “¿con quién o quiénes vas a celebrarlo?”, son algunas preguntas que te hará un coach. Él o ella te invitará a visualizar el logro, a plasmarlo en una “visión” concreta, a que lo escribas, lo dibujes, o crees un “board” y puedas imaginarte a vos mismo lográndolo.
Pero el camino no será siempre “color de rosa”. El mapa no es el territorio, pueden aparecer imprevistos, no siempre los planes suceden como imaginamos ni los resultados son los esperados… al igual que cuando plantás en tu jardín las flores de la temporada ¡y aparecen las hormigas, quién sabe de dónde!
En ese caso, con la paciencia de un jardinero experimentado, tu coach te invitará a trabajar en vos, en quién vas a elegir ser y en actuar frente a esas circunstancias adversas para sacar la maleza, cuidar el jardín y hacer florecer los resultados de tu plan.
Por último, recordá que los logros son muy importantes, pero que la manera en que transites el camino tiene que aportar sentido a lo que es importante para ti. La línea de llegada es fundamental, pero no lo es todo, ¡disfruta también del proceso!