Siete días después de la histórica victoria ante los de Nueva Zelanda, la selección argentina cayó por 42-10 en el Eden Park de Auckland, por la segunda fecha del Rugby Championship.
Los Pumas habían colocado muy alta la vara hace siete días con el gran triunfo sobre los All Blacks, en Wellington, por la primera fecha del Rugby Championship. Y el gran desafío de este sábado, ya en Auckland y en esa fortaleza que es el Eden Park -invicto en los últimos 30 años-, no pasaba tanto por lograr un doblete de victorias histórico ante el seleccionado más poderoso del planeta, sino por mantener la regularidad y el nivel. No lograron ninguna de las dos cosas los dirigidos por Felipe Contepomi, que se llevaron una paliza y demasiadas dudas de su segunda presentación en el torneo que reúne a los mejores equipo del hemisferio Sur. Fue un 42-10 que obligará a replanteos y que también ayudará a poner otra vez los pies en la tierra.
El primer tiempo fue un recital de los All Blacks. Fueron cinco tries producto de todo el talento que administra Scott Robertson ante unos Pumas que lucieron demasiado erráticos a la hora de defender y sin capacidad de mantener la posesión de la pelota. Es cierto que la intensa lluvia ayudaba poco y nada, aunque las condiciones climáticas, con la pelota resbaladiza y la cancha muy pesada, les jugaba en contra a los dos. De hecho, nada parecía saciar la sed de revancha de Nueva Zelanda. El primer try llegó luego de un kick de Jordie Barrett, de enorme partido, que capitalizó el apertura Damian McKenzie ante la mirada atónita de los argentinos.
Llegó el descuento de Santiago Carreras -de flojo papel- con un penal que intentó calmar el vendaval. Pero fue apenas una distracción del dueño de casa, que a partir de entonces apretó el acelerador y demolió a su rival con simpleza. Firme en los contactos, decidido siempre avanzar en cada fase y aprovechando las desinteligencias de Argentina, que esta vez no tuvo la concentración ni la claridad que había mostrado en el duelo anterior.
Así se empezó a escapar en el marcador. Ardie Savea, una topadora, estiró distancias. Y el partido se hizo aún más cuesta arriba con los tries de Caleb Clarke, Will Jordan y Beauden Barrett, todos convertidos por un McKenzie que tuvo una noche perfecta. Así los locales se fueron al descanso con un 35-3 que ya no tenía remedio.
Y ni qué hablar cuando Will Jordan volvió a vulnerar el ingoal argentino apenas comenzada la segunda parte -con otra conversión acertada por McKenzie-. El partido tenía poco menos de 40 minutos por delante y estaba liquidado.
Los Pumas seguían erráticos, pero empezaron a controlar un poco más a un rival que ya sabía que la victoria estaba garantizada. Fue por eso que Nueva Zelanda bajó un poco la intensidad y fue también por eso que Argentina pudo disminuir un poco los errores no forzados. Entraron muy bien Tomás Albornoz y Lautaro Bazán Vélez por los erráticos Santiago Carreras y Gonzalo Bertranou. Santiago Chocobares fue uno de los pocos que mantuvo el nivel en comparación con el primer partido. También cumplió Juan Cruz Mallía, que se dio el gusto de anotar el único try argentino de la noche luego de una linda sucesión de fases -fueron 14- para recortar un poco la distancia y maquillar -tras la conversión de Albornoz- un poco el resultado final.
"El rugby es simple. El que va para adelante y gana los contactos, cuenta con la ventaja. Nueva Zelanda se adaptó mejor a las condiciones climáticas y sacó una ventaja que fue indescontable. Esto tiene que servir para aprender. Sabíamos que los All Blacks iban a estar mejor. Se hizo muy difícil competir cuando ellos elevan el nivel. El otro día hicimos un partidazo y ganamos por ocho sobre el final. Los All Blacks juegan siempre con simpleza. No hubo nada estrambótico. Ganaron los contactos, ganaron los metros y te avasallan", analizó Felipe Contepomi tras la dura derrota.