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Junio de 2024
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Opinión y Actualidad

Taiwán, un territorio en situación incierta

El territorio de Taiwán fue cedido por China a Japón en 1895 en virtud del Tratado de Shimonoseki, y permaneció bajo el poder japonés hasta 1945.

17/06/2024

Por Antonio Boggiano, en diario La Nación
En su rendición, Japón se obligó a no retener la soberanía sobre Taiwán. En el Tratado de Paz de 1951, celebrado entre las Potencias Aliadas, fue confirmada aquella obligación de Japón, aunque no con la Unión Soviética, China. Por este tratado Japón renunció a todos sus derechos sobre la isla sin especificar ningún recipiendario. Después de la Guerra Civil China, las fuerzas comunistas se apropiaron del territorio, mientras que el régimen nacionalista se instaló en Taiwán y Pescadores.

Los Estados Unidos y el Reino Unido consideraron entonces que la soberanía sobre Taiwán era incierta e indeterminada. No hubo ningún reclamo de separación de Taiwán. De ahí la dificultad en juzgar la situación de ausencia de reclamación. La falta de reconocimiento de Taiwán como Estado independiente separado confirma aquella ausencia. Estados Unidos reconoció en 1979 la República Popular China como único y legítimo gobierno de China. La comunicación entre Estados Unidos y China de 1972 aceptaba que Taiwán era parte de China. Pero esta situación fue cambiada en 1979. El Reino Unido admitió que Taiwán era una provincia de China. Así también la sentencia Reel v Holder, en Weetily Law Report, 1981, 1, 1226.

Aparentemente, Taiwán sería una entidad territorial no estatal capaz de actuar independientemente en la escena internacional. En 1984 China ofreció a Taiwán total autonomía si aceptaba un plan de reunificación, propuesta que fue rechazada. En diciembre de 1991 se celebraron las primeras elecciones democráticas. Debería interpretarse aquel rechazo como signo de independencia. O tal vez como causa de futuras agresiones. Es relevante considerar que cuando Taiwán, en 1999, pidió acceder al GATT, solicitó su ingreso como “territorio aduanero” de Taiwán, Penghse, Kinmen y Matsu, evitando una pretensión de estatalidad. “Taipéi China” accedió a la Organización Mundial del Comercio por aprobación de la Conferencia Ministerial de noviembre de 2001.

Las consideraciones jurídicas podrían inclinar el juicio a favor de China. Empero, no debería olvidarse y menos aún desconsiderarse que China cedió Taiwán a Japón en 1895 y que se mantuvo bajo el imperio japonés hasta 1945. Hay una cuestión que debe destacarse, y es que el asunto es de tal magnitud que las apreciaciones jurídicas aun más fundadas parecerían insuficientes en el plano de la realidad geopolítica para establecer una solución. La historia y las relaciones internacionales tienen un papel relevante. De ahí que sea necesario tomar en cuenta todos los factores generalmente admitidos para el reconocimiento de los Estados. Y aun así, por la mera apreciación normativa, la cuestión no parece susceptible de ser dirimida. China la pretende con ejercicios militares congruentes con su pretensión diplomática.

Estados Unidos pretende, al parecer, la independencia de Taiwán. Por supuesto, serían difícilmente imaginables las consecuencias de un conflicto armado. Podría pensarse que si China cedió al menos por cincuenta años Taiwán a Japón, puede esperar el tiempo más oportuno para ejercer el poder efectivo de reconquista. También será relevante considerar el conjunto de relaciones internacionales. Los estados dominantes, si se me dispensa la expresión y el concepto, pueden inclinar las opiniones jurídicas aunque no, de por sí, la ecuación de las fuerzas. Los intereses serán decisivos. Aunque no sólo económicos. Los analistas de las relaciones internacionales podrán poner en el juego de la imaginación todos los factores, incluso armados.

Si China pretendiese tomar por la fuerza Taiwán se enfrentaría a la resistencia de la tierra agredida y probablemente de Estados Unidos y aliados concurrentes a la defensa. Los hechos y no probablemente el derecho internacional determinarán si se tratase de una agresión o de una reconquista, sólo calificable así en el caso de la victoria. No podemos siquiera juzgar bien las situaciones, pues ignoramos si China tiene otros frentes conflictivos y de qué gravedad. Obviamente, en caso de guerra deben entrar en el análisis cuestiones propias de expertos en los conflictos armados, no de leyes. Tampoco serían de excluir en el desenlace bélico importantes incidencias de terrorismo de muy difícil apreciación. Taiwán es sede de importantes empresas tecnológicas, algunas de casi exclusiva producción, con aplicación a las armas dotadas de la más avanzada inteligencia humana y artificial.

Todavía faltan estudios publicados sobre armamentos dirigidos por inteligencia artificial y no sería de extrañar que existan secretos de guerra relativamente revelados por los más modernos espionajes. La guerra actual requerirá una ciencia aún arcana a las mentes ordinarias. Tal vez hoy sólo un puñado de personas pueda acceder a los datos más secretos de la inteligencia artificial. Y quizá todos estemos en las manos de aquella pretendida elite que dice extraer oro de cráteres o estrellas sin luz. Toda imaginación perecerá en el intento de distinguir los mitos de la realidad. De la realidad probablemente ignorada.

Volviendo a lo que sabemos, Taiwán fue observador en la Asamblea Mundial de la Salud de la Organización Mundial de la Salud de 2009 bajo el nombre de “Chinese Taipéi”. Pero su participación fue bloqueada desde 2016 debido a la presión de China. Y volviendo al pasado de la cesión de China a Japón, esa cesión reemplazó una soberanía por otra. Por lo tanto la cesión es un título derivado oponible al cedente. No es un título original como la acreción en La Isla de las Palmas, conflicto entre Estados Unidos y los Países Bajos. El cedente cede soberanía con los alcances de su propio título. El sucesor del cedente tiene el mismo título y derecho que éste. La adquisición de territorio por el uso de la fuerza es absolutamente nula, aunque en ocasiones la violación de esta norma se ha admitido en homenaje a la realidad. Pero tales adquisiciones requieren reconocimiento. El uso de la fuerza y la conquista como adquisición territorial exceden obviamente el objeto de estas líneas. Mientras tanto, China prosigue con ejercicios militares.

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