Mientras duermes, tu piel se resetea. Así que no le quites horas de sueño, cierra los ojos y ayúdala a recuperarse.
Nos pasamos un tercio de nuestra vida durmiendo. Quienes piensen que es una pérdida de tiempo están equivocados. “Dormir es una necesidad biológica que permite restablecer las funciones físicas y psicológicas básicas para optimizar nuestro rendimiento –explica el doctor Antonio Escribano Zafra en su nuevo libro, Potencia tus defensas (Espasa)–. Lo ideal es dormir por encima de las siete horas y media, ya que menos se asocia con enfermedades y alteraciones del sistema inmune”.
Buen despertar
La piel también se ve afectada por la vida nocturna que llevemos. Nuestro organismo, entre las 12 y las tres de la madrugada, aproximadamente, restaura el daño que distintos factores (UV, polución, estrés, etc.) han causado en nuestro cutis durante el día. Según recientes investigaciones, los tejidos se regeneran durante la fase profunda del sueño, que es cuando la microcirculación se acelera y se favorece la división celular.
Pero ¿qué pasa si durante las llamadas golden hours tienes los ojos abiertos de par en par? Según Pedro Catalá, cosmetólogo, doctor en Farmacia y fundador de Twelve Beauty, “esto afecta negativamente a la función barrera y provoca un tono apagado y poco uniforme por la mañana. El ritmo cardiaco y el flujo sanguíneo son más regulares mientras dormimos, algo muy positivo si sufres de rojeces o piel sensible. Además, la falta de sueño hace que no se completen los procesos reparadores, con lo cual se acelera el proceso de envejecimiento de la piel”.
Y es que el organismo sincroniza sus actividades según el ciclo de luz y oscuridad, y provoca que la presión arterial baje, el metabolismo se ralentice y produzca melatonina. Y no solo eso: durante el sueño, la generación de cortisol (hormona vinculada al estrés) está bajo mínimos y entra en acción la del crecimiento, un proceso que tiene bastante incidencia en el cutis. “La hormona del crecimiento contribuye al aumento de colágeno y elastina, tan importantes para la estructura de la piel y cuya disminución está ligada a la aparición de flacidez, arrugas y líneas de expresión. Por otra parte, si no dormimos lo suficiente, aumenta la producción de cortisol, y esto puede traducirse en exceso de sebo y mayor inflamación de la piel. Por último, un sueño reparador contribuye a mantener una hidratación correcta y a disminuir signos de fatiga como las ojeras”, explica Rubén Rubiales, farmacéutico y fundador de Lesielle.
Fuente: Mujerhoy