Se trata de un extraordinario procedimiento por el cual se baja la temperatura del cuerpo hasta los 12 grados, lo que da tiempo a realizar complejas cirugías a pacientes con heridas fatales.
Cuando alguien llega al hospital con un paro cardiorrespiratorio tras haber recibido heridas fatales, cada segundo cuenta: los cirujanos tienen apenas unos pocos minutos para tratar de reparar las heridas y salvarle la vida.
En la mayoría de los casos, los intentos resultan en vano (el índice de supervivencia de las personas que ingresan con heridas de gravedad ronda el 5%).
¿Pero qué pasaría si el equipo de cirujanos pudiese -como si se tratase de una película- apretar el botón de pausa para ganar tiempo y operar estas heridas, y detener así la pérdida de sangre?
La idea de detener el paso del tiempo ha sido explorada hasta el cansancio por la ciencia ficción, pero, en la realidad, ha sido puesta en práctica por primera vez en humanos en un ensayo clínico llevado a cabo en Estados Unidos.
Según detalla la revista New Scientist, un equipo médico puso a humanos en "animación suspendida" para reparar heridas traumáticas que de otro modo hubiesen provocado la muerte.
Samuel Tisherman, cirujano del Centro Médico de la Universidad de Maryland, en Baltimore, le explicó a New Scientist que su equipo había puesto al menos a un paciente en este estado, aunque no reveló si había sobrevivido como resultado del procedimiento y si han existido otros casos.
No es ciencia ficción
La técnica, cuyo nombre oficial es Preservación de Emergencia y Resucitación, consiste en enfriar rápidamente el cuerpo del paciente hasta lograr una temperatura de entre 10º y 15º C, remplazando su sangre con una solución salina muy fría que se le inyecta en la aorta, la arteria más grande del cuerpo humano.
A esta temperatura, el cuerpo no tiene pulso ni actividad cerebral. La hipotermia hace también que se ralenticen otros procesos biológicos.
Un paciente puede mantenerse en este limbo por cerca de dos horas.
En contraposición, una persona que tiene una temperatura corporal normal (alrededor de 37º C) puede sobrevivir alrededor de 5 minutos sin que le lata el corazón -y por ende sin que le llegue oxígeno a las células- antes de que el daño cerebral resulte irreversible.
Estas dos horas ganadas les proporcionan a los cirujanos una ventana de oportunidad extremadamente valiosa para reparar las heridas, hasta que finalmente vuelven a calentar cuerpo del paciente inyectándole sangre, para reiniciar la actividad cardíaca.
En conversación con la BBC hace algunos años, Tisherman se mostró renuente a llamar este procedimiento suspensión animada: "Mi preocupación no tiene que ver con que eso sea inexacto, sino que cuando la gente piensa en el término piensa en viajeros espaciales congelados que se despiertan en Júpiter o en Han Solo de la 'Guerra de las Galaxias'", dice.
"Eso no ayuda, porque para el público es importante saber que no se trata de ciencia ficción. Está basado en trabajo experimental y está siendo estudiado de forma disciplinada antes de que lo usemos para evitar que la gente se muera".
Ensayo en etapa inicial
El interés de Tisherman por el tema nació, según le relato a New Scientist, a raíz de una incidente que le ocurrió a comienzos de su carrera, cuando ingresó al hospital un joven que había sido apuñalado en el corazón tras una disputa sin importancia.
"Unos minutos antes era un joven sano, y de repente estaba muerto. Podríamos haberlo salvado si hubiésemos tenido suficiente tiempo", dice.
Es un comentario que se escucha con frecuencia en las salas de emergencia.
Pero su interés también se remonta a sus tiempos de estudiante. Uno de los maestros de Tisherman fue Peter Safar, uno de los médicos pioneros en la aplicación de RCP o reanimación cardiorrespiratoria en los años 60, la maniobra que consiste en aplicar presión en el pecho para reanimar al corazón.
Pruebas con animales demostraron que cerdos que habían sufrido trauma agudo pudieron sobrevivir en estado de animación suspendida por tres horas, ser operados y luego resucitados.
Los ensayos en humanos están ahora en sus primeras etapas. Y aunque por este motivo los científicos involucrados se niegan a revelar la tasa de supervivencia, estos esperan que, de resultar exitoso, el método pueda emplearse en otros hospitales y permita salvar vidas.