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El papá de Daiana Garnica asegura que el santiagueño la vendió a una red de trata

A dos meses de la desaparición de la adolescente, el hombre deja ver el dolor de su incertidumbre: "Soy capaz de perdonarle a Darío Suárez (detenido) lo que le haya hecho, pero que me diga dónde está".

08/07/2017
Investigadores juntando ropa interior que luego probaron que no le pertenecían a la joven. Foto LA GACETA

El pasado 6 de mayo Daiana Garnica salió de su casa con el objetivo de acompañar a su vecino a comprarle un regalo a la madre y nunca regresó. Esa noche los papás de la adolescente encontrar un mensaje en su celular en el que ella acordaba encontrarse con ese vecino, Darío Suarez oriundo de Santiago del Estero, quien negó haberse juntado con ella. Días después se supo que el santiagueño no tenía madre y que había sido una mentira, por lo que lo detuvieron y desde ese momento permanece callado, negando saber el paradero de la joven, aún desaparecida.

A dos meses de la desaparición, los investigadores no lograron encontrarla: se la buscó con canes de Santiago del Estero, con un equipo especializado de la provincia y de Tucumán, incluso con los perros que encontraron a Araceli en Buenos Aires. Sin embargo, no hubo resultados positivos.

Luego se buscó en el lugar de trabajo del santiagueño, una ladrillera, siguiendo la hipótesis que sostenía que la habría matado y quemado en uno de los hornos. Se encontraron piezas de metal que se sospechaba eran los piercing de la joven, y aunque en un primer momento se dijo que no eran, luego esas pistas “desaparecieron” junto a restos óseos sin investigar, motivo por el que detuvieron a varios policías tucumanos.

Por otra parte, se encontraron cartas de amor que vinculan a Darío con la joven, que hablaban de un supuesto desencuentro amoroso entre ambos.

Por la desaparición están detenidos el santiagueño, su hermano, su cuñada, policías, y otras personas vinculadas a la causa, sumando un total de once involucrados, pero ninguno habla. Nadie dice ni sabe nada.

El padre de Daiana encabezó innumerables marchas en pedido de justicia; va y viene de la Fiscalía dos o tres veces por semana “apurando” la causa y confirmando la pertenencia o no de los hallazgos de los investigadores: en los últimos días lo llamaron a identificar la ropa de la joven, pero negó que sean de ella.

Sumergido en la desesperación, se atrevió a decir que su hija fue víctima de una red de trata de personas: “Darío Suárez secuestró a mi hija y la vendió; la entregó para que se la lleven a otro lado y sigue callado. Estoy seguro de eso. No sé cuándo la justicia trabajará por esa parte, ya se me termina la paciencia”, se quejó. “No puedo vivir -agregó- sabiendo que mi hija fue privada de la libertad por esta basura que encima no habla. Vivimos en un mundo de egoístas, te ven llorar, suplicar y no se conmueven”.

En ese estado de angustia y desesperación, Garnica insistió en que lo único que le importa es saber dónde está Daiana. “Para un padre no hay nada más sagrado que una hija. Soy capaz de perdonar todo lo que haya hecho con ella, pero que me lo diga, necesito saber de mi hija”, volvió a implorarle a Suárez.

“Sé que se aprovechó de nuestra confianza y la vendió. También hago mis análisis, pienso en cómo trabajó él y en lo que vi en el celular de mi hija. Ese día que se encontraron, él le decía que no lo espere en la garita, que lo espere más allá, era porque la iba a levantar en un vehículo, ya tenía planeado todo”, intentó reconstruir.

Garnica está convencido de que sucedió así porque Daiana había olvidado su teléfono celular en su casa. “Digo que Suárez no le hizo nada y que se despojó de ella así como estaba porque no se dio cuenta de que mi hija no tenía el celular. Por eso después volvió tranquilo a la casa, como si nada, y recién cuando lo increpamos y le mostramos que teníamos los mensajes se fue”, agregó.

Suárez vivía enfrente de la casa de Daiana, en el barrio Julio Abraham de Alderetes. El 6 de mayo a la tarde, le mandó un mensaje de texto para pedirle que lo acompañara a comprar un regalo. La jovencita salió, pero olvidó llevar el teléfono. Por eso los investigadores y su familia saben que salió con su vecino, el principal sospechoso.