Instalada en Italia con Mauro Zárate y sus dos hijos, la modelo se lanzó como empresaria de cosmética.
Los últimos años encontraron a Natalie Weber (29) en distintos destinos de Europa. Junto a Mauro Zárate, su esposo futbolista, y sus dos hijitos, Mía, de cuatro añitos, y Rocco, de seis meses, estuvieron un largo tiempo en Londres. Hasta que llegó el momento de volver a Italia, país donde la modelo y el deportista se conocieron, se enamoraron y planearon un vida juntos. Y tras la firma de un contrato millonario con el Fiorentina, uno de los clubes más importantes de Italia, la familia se instaló en Florencia, dos meses atrás. Desde un piso en pleno centro, frente a Ponte Vecchio, una de las zonas más exclusivas de la ciudad, su día a día los encuentra en un piso de 550 metros cuadrados, con todas las comodidades y lujos. Con la ayuda de una ama de llaves y una niñera, la morocha no deja de estar detrás de cada uno de los movimientos de su casa y la crianza de sus hijos. Y el delantero aporta lo suyo desde su presente futbolístico. De hecho, es quien todas las mañanas lleva a su nena al colegio, antes de irse a entrenar y prepararse para lucirse en la cancha, donde ya se ganó el cariño de los fanáticos del cuadro viola, donde alguna vez triunfó Gabriel Batistuta. Y mientras la pequeña Mía se forma y entretiene en un colegio inglés –con el fin de conservar el idioma que aprendió en su antiguo país–, Weber se dedica a su crecimiento profesional y a sus cuidados estéticos. Natalie se asoció con una médica y lanzaron una línea de cremas con alto porcentaje de ácido hialurónico. Los nueve productos, que llevan como marca las iniciales de la ex chica Sofovich (NW), salieron a la venta la semana pasada, en nuestro país. Además, está tratando de insertar los productos en el lugar donde reside. También se ocupa de asistir a cursos de estética y a un duro entrenamiento en gimnasia artística y baile.
Bella vida.
Natalie le reserva un lugarcito especial a la intimidad de la pareja. Producida y lista para la ocasión, una vez por semana, con Zárate cenan a solas, recorriendo los restós más selectos de lugar. Sus escapaditas románticas no se alteran por nada, salvo por algún tema de salud de sus hijitos. Así, los enamorados mantienen encendida la llama del amor y disfrutan de paseos nocturnos. “La llamamos nuestra salida de novios. Dejamos a los nenes con la nana, la niñera, y nos perdemos por ahí. Cada día me siento más y más enamorada de Mauro, es un gran hombre y un gran padre”, confió Weber, desde el Viejo Continente. “El resto de los días amanecemos y nos acostamos temprano, y seguimos una rutina para el beneficio de la carrera de Mauro y la crianza de los chicos. También nos cuidamos mucho en las comidas, vivimos a dieta. Dieta saludable y nutritiva, pero dieta al fin. Y ya estamos pensando en los meses que pasaremos en Argentina. A mediados de mayo estamos de vuelta y nos quedamos hasta agosto. Esos meses serán dedicados a la familia y al reencuentro con los nuestros. Y a mitad de junio tenemos un evento importante, que celebraremos con un gran festejo: el bautismo de Rocco. Estamos armando una gran fiesta con mucha gente invitada y las mejores opciones para que sea un festejo que recordemos a lo largo de los años. Con Mauro formamos una hermosa familia y lo queremos compartir con todas las personas que son importantes para nosotros. Hoy, lo único que me preocupa, es la salud de mi padre. Debió ser operado de urgencia del corazón en el Hospital Alemán. Le colocaron un marcapasos, a consecuencia de sentirse mareado y tener diez latidos por minuto”, compartió Weber, preocupada.