Como sucede en los eventos especiales, la zona de la manifestación se llenó de vendedores ambulantes que ofrecen desde banderas hasta remeras que llevan consignas contundentes.
El reclamo de un sector de la sociedad que está disconforme con el Gobierno no sólo tuvo una denominación marketinera que se popularizó rápidamente (#8N), sino que además contó con merchandising propio.
Desde las 15, los vendedores ambulantes comenzaron a instalarse en los alrededores de la Avenida 9 de Julio para aprovechar una manifestación a la que vieron como una buena oportunidad para ganar algo de dinero.
Entre los productos más ofrecidos (y requeridos) estaban las remeras que llevaban inscripciones diversas, que coincidían en rechazar distintos proyectos oficiales como la reforma de la Constitución y el potencial aval de la re-reelección.
"Por una educación pública sin La Cámpora" o "Yo te vi mentir en Harvard" fueron otras leyendas que se pudieron leer en las camisetas, que costaban $40 si se compraba una unidad, aunque había una promoción que permitiía llevarse tres por $100; por supuesto, todas tenían el sello #8N.
Sin embargo, el producto más vendido fue (por lejos) la bandera argentina, que había sido sugerida por Mauricio Macri como el emblema detrás del que –a su entender– debían encolumnarse los manifestantes.
La más destacada fue una bandera albiceleste fina pero muy extensa que fue llevada por la gente que circulaba por las calles hacia el Obelisco; por encima volaban pelotas gigantes –también con los colores nacionales– que lograron un buen éxito de ventas.