El borrador del supuesto proyecto del gobierno se apoya en los vacíos actuales y ofrece una propuesta conceptualmente contradictoria y en partes redundante.
Por Susana Decibe
Para Clarín
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Es oportuna la nota de Mariano Narodowski para desarmar mentiras de origen político convertidas en mitos acerca de la reforma educativa iniciada en 1993.
Según uno de los mitos, hasta entonces había un sistema educativo de alcance nacional que la reforma desarticuló. Es difícil pensar que un académico desconozca que en aquellos años la investigación disponible y el mismo Congreso Pedagógico Nacional de 1984 verificaban la realidad de una oferta educativa fragmentada y pobre, mayoritariamente de gestión provincial y que tanto la Ley Federal de Educación como la Ley Nacional del 2006 se acordaron para reorganizar la oferta como un verdadero sistema que asegurara un piso de calidad y equidad en todo el territorio, distribuyendo responsabilidades entre la Nación y las provincias, al estilo de cualquier país federal como el nuestro.
Pero no sería tan extraña esa ignorancia si recordáramos que Narodowski, quien en su nota afirma que el estatismo que establece la reforma ha ahogado hasta paralizar a las escuelas y a los gobiernos provinciales, en aquellos años era cercano a la Ctera (gremio docente), y acusaba a la misma política de privatista, tecnocrática y neoliberal.
Como, según el autor, esa política es la causante de la mala situación actual, lo invito simplemente a revisar el cumplimiento o no de las responsabilidades que la ley fija para cada nivel del sistema y podrá comprobar que el problema no es un estatismo asfixiante sino la ausencia del Estado.
El borrador del supuesto proyecto del gobierno obviamente se apoya en los vacíos actuales y ofrece una propuesta conceptualmente contradictoria y en partes redundante. Hay que recordarles que los padres tienen libertad de elección para la educación de sus hijos, a quienes incluso pueden desescolarizar, pero no parece que esta sea su demanda. Que también existe un desarrollado sector privado mayoritariamente subsidiado por el Estado. Que es antiliberal y hasta retrógrado impulsar la enseñanza religiosa en las escuelas estatales. Que es interesante la propuesta de avanzar en la autonomía de las escuelas, la ley vigente no lo impide, a condición de entenderla como una delegación de algunas facultades para facilitar su funcionamiento, pero bajo el control de las autoridades educativas. Autonomía no abandono.
Y, por último, que el financiamiento que propone es más ideológico que racional toda vez que promueve asegurar el financiamiento de doble entrada para las privadas, váucher más subsidios, lo que sería más oneroso que la inversión en trabajo y recursos para la mejora del rendimiento escolar del sistema actual, estatal y privado.
A diferencia de Narodowski creo que un cambio copernicano sería promover la descentralización del presupuesto a nivel de cada escuela, asegurando la mayor cantidad de recursos en ellas y desarmando las cajas negras de las administraciones centrales, comunes en el sector, construir un sistema de formación docente de alta calidad y crear una verdadera carrera profesional.
En síntesis, las escuelas no están “atrapadas” por una estructura que fracasó, están dejadas a su suerte. ¿Se soluciona incentivando la educación privada o trabajando para que cada nivel de gobierno cumpla con sus funciones? Ayudaría mucho, al menos, tener mayor rigor profesional y apego a la verdad.