La icónica creadora neoyorquina de vestidos de novia deslumbra al mundo con su vitalidad y apariencia juvenil.
En un universo como el de la moda, donde la juventud parece ser moneda de cambio y las tendencias envejecen en cuestión de meses, Vera Wang (76) se ha convertido en un fenómeno que desafía toda lógica. La diseñadora neoyorquina, célebre por haber revolucionado el concepto del vestido de novia y la alta costura desde la elegancia minimalista, parece no haber cambiado un solo día desde la apertura de su primer atelier en 1990.
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Nacida en Nueva York en 1949, hija de inmigrantes chinos, Wang creció bajo una educación estricta y un culto al perfeccionismo que más tarde trasladó a su vida profesional. Antes de conquistar las pasarelas, fue patinadora artística, disciplina que marcó su relación con el cuerpo y el movimiento. “Aprendí que la gracia solo se alcanza a través del control absoluto”, suele decir.
Esa búsqueda del equilibrio guía su vida cotidiana. A diferencia de otras figuras públicas, no recurre a entrenadores personales ni rutinas de ejercicio intensas. “Trabajo demasiado para eso”, bromea. Su secreto, dice, está en mantenerse en movimiento: caminar por su taller, estirarse entre prueba y prueba y vivir sin pausas. “El trabajo es mi cardio”.

La dieta del equilibrio
Fiel a su filosofía de moderación, Wang mantiene una alimentación sencilla pero rigurosa. Desayuna yogur griego, frutas y café negro; al mediodía opta por sashimi o ensaladas con pollo, y por la noche elige pasta o arroz con vegetales, acompañados por un vaso de vino o —su reconocido “secreto”— un poco de vodka. “Duermo mucho, me mantengo ocupada, no me expongo al sol y tomo vodka. No hay más misterio”, confesó con humor en una entrevista con Harper’s Bazaar.
Su despensa está libre de frituras y productos ultraprocesados, aunque no vive pendiente de las calorías. Para ella, la clave está en la armonía: “La moda me enseñó a buscar el equilibrio visual. Con la comida es lo mismo”.

Belleza sin artificios visibles
Aunque muchos especulan sobre intervenciones estéticas, Wang prefiere los tratamientos no invasivos: hidratación intensiva, protectores solares, cremas con colágeno y sesiones de luz LED. Se maquilla poco, mantiene su cabello oscuro y largo, y comparte imágenes sin filtros en su cuenta de Instagram, donde luce looks deportivos, minivestidos o bikinis que sorprenden por su naturalidad.
La juventud como estado mental
Más allá de su aspecto físico, Vera Wang insiste en que su energía proviene del entorno que la rodea. Trabajar con jóvenes diseñadores y modelos la mantiene conectada con la innovación. “Estar rodeada de gente joven me mantiene alerta. Es como si el tiempo no pudiera alcanzarme mientras estoy creando”, afirmó.
Sin nostalgia ni anclarse al pasado, Wang vive cada colección como un nuevo comienzo. Su estilo, caracterizado por líneas puras y tejidos livianos, transmite esa vitalidad que se convirtió en su sello personal.

El arte de no envejecer
Vera Wang no busca ser eterna, pero ha sabido construir una imagen que roza lo atemporal. “Cumplir años es inevitable. Sentirse vieja, no”, repite con convicción. Entre la genética, la disciplina, el humor y una inquebrantable pasión por su trabajo, la diseñadora ha logrado lo que pocos en su industria: convertir el paso del tiempo en una declaración de estilo.