Una brutal batalla carcelaria y un decreto de la dictadura fueron los orígenes de la temida organización criminal, objetivo de la letal operación militar en las favelas de Río de Janeiro.
Hace más de 45 años, una masacre ocurrida en el Instituto Penal Cândido Mendes, situado en la Isla Grande de Río de Janeiro, marcó el surgimiento del Comando Vermelho, organización criminal que se ha convertido en una de las más temidas de Brasil y fue objetivo de una reciente operación militar en las favelas de Río.
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La dictadura militar brasileña, a través del decreto-ley n. 898 de 1969, modificó la Ley de Seguridad Nacional, autorizando la mezcla de presos políticos y delincuentes comunes en la misma prisión. Esta decisión generó un caldo de cultivo donde la brutalidad carcelaria sentó las bases de una facción que, décadas después, domina extensos territorios y actividades ilícitas en el país.
Así empezó todo
A finales de los años 60, el régimen militar intensificó la represión, enviando a la Isla Grande a opositores acusados de delitos políticos, como asaltos a bancos y secuestros por motivaciones ideológicas, junto a delincuentes comunes. William Helal Filho, en un informe para el Blog do Acervo de O Globo, detalla que la prisión albergaba inicialmente a 51 detenidos, pero el número se duplicó tras la promulgación del AI-5 y una fuga masiva en la Penitenciaría Lemos Brito.
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La convivencia forzada, con carencias extremas en alimentación y salubridad, llevó a que los presos políticos, en su mayoría jóvenes urbanitas escolarizados, se organizaran. Según detalla CNN Brasil, crearon despensas colectivas, bibliotecas, farmacias comunitarias y establecieron un sistema de representación ante las autoridades. Estadão añade que el propósito inicial era combatir la tortura y los malos tratos, como relató William da Silva Lima, apodado “Professor” y uno de los fundadores de la facción: “El objetivo inicial era fundar una organización para combatir la tortura y los malos tratos en las penitenciarías”.
El régimen militar negaba la existencia de presos políticos y, tras el decreto, comenzó a enviar a la Isla Grande a internos sin vínculos ideológicos. En la galería B del penal, los presos políticos, al ser mayoría, impusieron reglas para prohibir robos y violaciones, alcanzando una existencia relativamente pacífica. No obstante, en 1973, un robo internas provocó la separación de los grupos mediante un muro improvisado.
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Nacimiento de la Falange Vermelha y el legado criminal
La consolidación del grupo criminal como fuerza dominante ocurrió el 17 de septiembre de 1979, cuando internos armados con palos y cuchillos improvisados asesinaron a seis rivales en una violenta batalla. Este episodio selló la pérdida de control estatal sobre la prisión y estableció el terror: todos los reclusos debían unirse a la facción o enfrentar la muerte.
Tras esta masacre, la Falange Vermelha evolucionó y adoptó el nombre Comando Vermelho. CNN Brasil detalla que, tras la salida de los presos políticos, la organización priorizó las fugas masivas y el tráfico de drogas, especialmente cocaína. En 1980, más de cien fugas preocuparon a la banca, pues muchos internos eran asaltantes de bancos. Entre 1983 y 1986, la facción extendió su control sobre los puntos de venta de drogas en las favelas de Río, llegando a dominar el 70% del mercado en 1985, según Estadão.
Expansión, rupturas y estructura actual
La historia del Comando Vermelho está marcada por traiciones y luchas internas. En 1994, la muerte de Orlando Jogador a manos de Uê dio origen al grupo rival Amigos dos Amigos (ADA), lo que desató una guerra territorial. Estadão resalta que, pese a las rivalidades, la facción consolidó su poder, llegando a establecer pactos como el acuerdo de no agresión con el Primeiro Comando da Capital (PCC) para compartir rutas de contrabando.
En la actualidad, el Comando Vermelho mantiene una estructura mafiosa pero descentralizada, sin una cúpula única. Esta característica permite que se reconstituya con facilidad ante la captura de líderes. El grupo dispone de varios mandos en diferentes regiones, especialmente en las favelas y el sistema penitenciario brasileño.
La presencia del Comando Vermelho en la triple frontera ha transformado el panorama delictivo regional. La organización desplazó a mafias locales y tomó el control de la producción de cocaína en el lado peruano del límite. Allí, supervisa tanto la manufactura como el transporte de cargamentos, aprovechando rutas fluviales y terrestres de difícil acceso, y recluta pobladores ribereños e indígenas para roles clave en la cadena de producción y traslado.
Desde la masacre de 1979, cuando el Estado perdió el control del Instituto Penal Cândido Mendes, el Comando Vermelho sigue marcando el pulso criminal de Brasil.