La era de la hiperconectividad ha acelerado las relaciones de pareja. Pero, ¿realmente es la rapidez sinónimo de amor?
En tiempos donde la ansiedad y la inmediatez marcan el ritmo de la vida, las relaciones de pareja no escapan a esta presión. Mientras algunos creen que avanzar rápidamente simboliza pasión y amor, otros defienden que el verdadero amor se construye a un paso más pausado. En este artículo, exploramos el “cuándo” de las relaciones, considerando que cada historia es única y que el tiempo compartido es, en última instancia, lo que define el éxito o fracaso de un vínculo.
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Hoy, con los vínculos cada vez más efímeros, las relaciones avanzan a una velocidad vertiginosa. Según el psicólogo y sexólogo Mauricio Strugo, “cuesta comprometerse, pero eso no necesariamente es malo. Antes, si estabas comprometido, aunque no funcionara, te la tenías que bancar. El desafío ahora está en encontrar un punto intermedio y ser conscientes de lo que estamos eligiendo, para que no se vuelva un sometimiento”.
Un claro ejemplo de esta rapidez es la historia de Leandro y María. Tras conocerse por una aplicación de citas, la pasión fue inmediata. La relación se intensificó rápidamente, y en solo dos semanas, ambos decidieron mudarse juntos. “Lo que no me permitía parar era la pasión que teníamos”, cuenta Leandro. Sin embargo, al poco tiempo, lo que antes era excitante se convirtió en rutina. "La pasión empezó a irse y solo nos quedó la convivencia", asegura. Después de un año y medio de convivencia, la relación terminó. Leandro reflexiona: “No me arrepiento de lo que pasó, pero no repetiría eso a esa velocidad”.
Según Strugo, “tener relaciones sexuales en la primera cita no está bien ni mal, depende del acuerdo entre ambos. Pero es importante reconocer cuándo es la pasión que motiva y cuándo es amor verdadero”.
Un tema recurrente en muchas relaciones es el momento adecuado para dar el siguiente paso. Según una encuesta, el 47% de los encuestados considera que el proceso de formalización de una pareja debe comenzar después de tres meses. Sin embargo, el 39% opina que las relaciones funcionan mejor cuando cada uno vive por separado. Pero, en otras ocasiones, las parejas se dejan llevar por la emoción, como le ocurrió a Marcelo y Eliana.
Marcelo nunca fue partidario de tener sexo en la primera cita, pero con Eliana todo cambió. Tras una tercera cita, la relación avanzó rápidamente. A solo un mes de conocerse, decidieron vivir juntos. Sin embargo, las diferencias de convivencia pronto salieron a la luz. “Empecé a ver muchas cosas que no me gustaban”, confiesa Marcelo. Los problemas de convivencia, como los desacuerdos sobre la limpieza y las expectativas personales, desembocaron en una relación tóxica que terminó después de tres años. “Me arrepiento de no haberme priorizado. En ese tiempo me abandoné un 100%”, reflexiona Marcelo.
Para el psicólogo, es crucial entender hacia dónde va la relación y tener claro qué se espera de ella. “Hay que considerar el sentido de dar el siguiente paso. Si ambos están comprometidos a construir algo juntos, ese debe ser el motor”, concluye Strugo.
Por otro lado, Mauricio y Carina vivieron una historia de amor diferente. Se conocieron a los 15 años y, después de 15 años de noviazgo, decidieron casarse. Para ellos, el tiempo no fue un factor de presión. “No teníamos apuro. Queríamos seguir creciendo juntos y proyectando nuevos planes”, cuenta Carina. A lo largo de su relación, valoraron el tiempo juntos, sin apresurarse, disfrutando de cada etapa, y de manera progresiva llegaron a la idea de tener una familia.
Con el paso de los años, Mauricio y Carina entendieron que, si bien el amor es esencial, el tiempo compartido y las experiencias vividas son lo que solidifican el vínculo. Un año después de casarse, tuvieron a su primer hijo, y más tarde llegaron los hijos que tanto esperaban. Para ellos, el tiempo fue una herramienta que fortaleció la relación. “Siempre dimos mucha importancia a los tiempos en pareja. A pesar de las dificultades de la vida cotidiana, nunca dejamos de pensar en nuestro momento juntos”, afirma Mauricio.
Hoy, después de más de 30 años juntos, su relación sigue sólida. “No todo es color de rosa. El trabajo, la economía y la tolerancia son desafíos constantes, pero siempre buscamos renovarnos como pareja”, dice Carina. Para Strugo, este tipo de relaciones, que han madurado con el tiempo, son ejemplos de lo que él denomina “parejas de crianza”: parejas que atraviesan diferentes etapas de la vida y siguen creciendo juntas.
El psicólogo concluye que no hay una única fórmula para el éxito de una relación. El tiempo no es una variable fija, sino una experiencia personal que depende de las metas y deseos de cada pareja. “Lo importante es encontrar el sentido detrás de cada paso que se da en la relación. Cada momento tiene su valor, y la clave está en ser conscientes de cuándo es el momento adecuado para avanzar juntos”, resume Strugo.