El fundador de Microsoft ve la automatización como una oportunidad para mejorar la calidad de vida y reducir las desigualdades globales, no como una amenaza para el empleo humano.
Esta semana, Bill Gates generó debate con una predicción sobre el futuro del trabajo y la tecnología: “Dentro de diez años, la mayoría de las tareas humanas podrán ser realizadas por inteligencia artificial”, afirmó durante su entrevista en The Tonight Show con Jimmy Fallon.
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En lugar de enmarcar su afirmación como una crítica o una visión apocalíptica, Gates la presentó como una proyección sobre el potencial de la IA en diversas áreas. Según el empresario, la inteligencia artificial no solo transformará la industria tecnológica, sino que también tendrá un impacto significativo en sectores como la educación y la medicina. En este último campo, ya existen sistemas capaces de superar en precisión a los médicos en ciertos diagnósticos, lo que podría mejorar radicalmente la atención sanitaria y contribuir a la reducción de las desigualdades en salud a nivel global.
Para Gates, la IA no tiene como objetivo reemplazar a las personas, sino encargarse de tareas repetitivas o sistemáticas, liberando a los seres humanos para dedicarse a trabajos más creativos, estratégicos y que requieran habilidades como la imaginación, el juicio crítico y la empatía. En este sentido, lo que para él parece una oportunidad histórica, también lo es para mejorar la calidad de vida de las personas y disminuir la inequidad global.
Gates también señaló que, si bien aún no se sabe exactamente qué tareas serán automatizadas primero, el avance de la inteligencia artificial está en camino de transformarse en un actor central en la vida profesional y cotidiana. “La IA dejará de ser solo un asistente para convertirse en un componente fundamental de todos los trabajos”, afirmó.
La advertencia de Gates llega en un momento clave, en el que las tecnologías de inteligencia artificial se están expandiendo rápidamente. Desde asistentes virtuales hasta sistemas avanzados de análisis de datos, la IA ya está presente en nuestras vidas, transformando sectores clave.
Según Gates, la próxima década no solo marcará un punto de inflexión tecnológico, sino también un desafío ético y social: ¿Cómo garantizamos que los beneficios de la automatización sean distribuidos equitativamente? ¿Cómo aseguramos que las personas que dependen de empleos tradicionales no sean dejadas atrás por la automación de tareas? Estas son preguntas fundamentales para enfrentar los retos de la transición hacia un futuro donde la IA tendrá un papel central.