Un transatlántico en el que cabe el cine de tiburones, el de psycho-killer, un poco de abduction horror, algo de survival y unos toques de slasher.
Por Roger Salvans
Para Fotogramas
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Siguiendo la advertencia que el sheriff Brody le daba a Quinn en 'Tiburón' (1975), la incontestable obra maestra de Steven Spielberg que este verano está de 50.º aniversario —"Va a necesitar un barco más grande"—, el australiano Sean Byrne, en su vuelta a la gran pantalla, se lanza al mar con un buque de enorme tonelaje. Tras 10 años sin tener noticias suyas, el director de 'The Devil’s Candy' regresa como capitán de un transatlántico en el que cabe el cine de tiburones, el de psycho-killer, un poco de abduction horror, algo de survival y unos toques de slasher. Un cebo servido con, se nota, indudable sentido del humor e innegable amor por una serie B que abraza sin disimulos.
Poblada de personajes arquetípicos cuya profundidad no va más allá de la función que desempeñan como instrumento, giros de guion previsibles —pero efectivos— y una claustrofóbica atmósfera sostenida por una eficaz dirección que fija una permanente sensación de tensión, 'Dangerous Animals' sigue un guion que navega por aguas conocidas —el secuestrador pirado, la final girl con trauma— que, a poco que uno esté en modo verano, llega a buen puerto.