Thriller psicológico que utiliza su aparente simpleza como excusa para no caer en la trampa de la sobreexplicación. La segunda película del canadiense Jason Buxton ('Blackbird'), protagonizada por Ben Foster, parece la obra de alguien con años de experiencia en lo que al arte de la incomodidad (propia y ajena) se refiere.
Por Ricardo Rosado
Para Fotogramas
HACÉ CLICK AQUÍ PARA UNIRTE AL CANAL DE WHATSAPP DE DIARIO PANORAMA Y ESTAR SIEMPRE INFORMADO
Aunque esta es solo la segunda película de Jason Buxton, 'La casa al final de la curva' parece la obra de alguien con años de experiencia en lo que al arte de la incomodidad (propia y ajena) se refiere. Incluso antes de que un accidente de tráfico frente a su nueva casa cambie para siempre la vida de los protagonistas del film, ya puede oírse a lo lejos el rumor de una desazón que terminará embriagando a Josh, el padre de familia interpretado por un Ben Foster decidido a que lo acompañemos en su destructiva obsesión por los choques mortales.
Retorcido como si Ned Flanders se hubiese visto obligado a protagonizar 'Crash' (D. Cronenberg, 1996), este thriller psicológico utiliza su aparente simpleza como excusa para no caer en la trampa de la sobreexplicación, atrapando en sus pegajosas redes a un público que, consciente de ello o no, demostrará la calidad del título mientras discute en acalorados debates sobre las intenciones de Buxton mucho después de que terminen sus títulos de crédito.
Para amantes de sensaciones complejas y caídas al abismo.