En Asunción, la Albirroja se impuso por 2-0 ante la Celeste, gracias a los goles de Matías Galarza y Julio Enciso (penal).
Desde que asumió tras la Copa América 2024, Gustavo Alfaro transformó a la Selección de Paraguay en lo que él mismo define —como en el título de su libro—: Cazadores de utopías imposibles. Con un sólido 2-0 ante Uruguay, la Albirroja estiró su invicto a nueve partidos y quedó al borde de asegurar su lugar en el Mundial 2026.
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El partido expuso con claridad la abismal diferencia entre ambos presentes. Literalmente, un yin y yang: con orden y una clara idea de juego, Paraguay se llevó por delante a un Uruguay totalmente deslucido, que apenas ganó uno de sus últimos diez partidos.
Fino en los pases y rápido en la recuperación, el equipo de Alfaro se adueñó del ritmo desde el inicio. Gracias a los desbordes de Miguel Almirón y Matías Galarza, logró abrir el marcador. El #10 del Atlanta United desbordó hasta el fondo y tiró un centro atrás para que el jugador de Talleres conecte de cabeza y rompa el cero.
Uno de los mayores méritos del equipo paraguayo es su lectura del partido. Ante un Uruguay desesperado por ganar y desbordado tras el primer gol, Paraguay supo que no debía arriesgar. Se replegó con inteligencia, cerró espacios y jugó con la ansiedad rival.
El plan uruguayo fue limitado y previsible: avanzar hasta el área y tirar centros sin dirección ni sorpresa. Fue neutralizado sin problemas. Sobre el final, una falta innecesaria de Ronald Araújo sobre Julio Enciso derivó en un penal que el #19 ejecutó con precisión para liquidar el partido.
Si Paraguay gana su próximo encuentro, sellará su clasificación al Mundial. Lo hará con el estilo que impuso Alfaro: el de los que sueñan en grande, incluso cuando parecen perseguir utopías imposibles.