Opinión y Actualidad

Sobre Hannah Arendt, Israel y Palestina

Voces de todo el espectro político israelí y pensadores judíos alzan su voz contra la devastación de Gaza. No es ingenuidad "bienpensante", son las lecciones de la historia, el realismo político y los valores que se defienden.

31/05/2025

Por Fabián Bosoer, en diario Clarín
En su habitual columna de los domingos, en estas páginas, John Carlin deslizó la semana pasada conceptos acerca del conflicto palestino-israelí que merecen algunas precisiones. Allí señala, entre otras cosas, que Hannah Arendt, la gran pensadora alemana y judía, “no simpatizaba con la creación de Israel”.

HACÉ CLICK AQUÍ PARA UNIRTE AL CANAL DE WHATSAPP DE DIARIO PANORAMA Y ESTAR SIEMPRE INFORMADO

Arendt no estaba en contra de la creación del Estado de Israel, aunque sí fue muy crítica con la forma en que se llevó a cabo su establecimiento, así como con varios aspectos de su política posterior, especialmente en relación con los árabes palestinos y con la visión dominante de su época.

Arendt apoyó inicialmente la idea de un hogar nacional judío en Palestina, pero no creía que este debía ser un Estado-nación exclusivamente judío en el sentido tradicional. Ella rechazaba el nacionalismo étnico excluyente. Creía que la solución ideal era una entidad binacional, donde judíos y árabes pudieran convivir con igualdad de derechos.

A pesar de que se definía como una sionista secular, fue tomando posiciones críticas sobre la concepción sionista del mundo, que comparaba con otras ideologías como el socialismo o el liberalismo, que hacían previsiones sobre el futuro. Consideraba que la libertad y la justicia eran los principios básicos de la política, algo que consideraba incompatible con la idea de un pueblo elegido.

El contexto histórico en el que se desarrolló esa discusión no puede desconocerse -el horror del Holocausto, la reconstrucción europea de posguerra, los procesos de descolonización y surgimiento de nuevos estados-. Arendt fue crítica de los líderes judíos de su época, es cierto. Pensaba que estos se estaban encerrando en una lógica de poder estatal y militar que traicionaba los ideales más universales del judaísmo.

A raíz de la guerra de 1948 y la expulsión de la población palestina, Arendt denunció el trato a los árabes palestinos y previó que el Estado de Israel, si seguía ese camino, viviría en un estado de conflicto permanente, como finalmente ocurrió. En textos como The Jewish Writings o en artículos para publicaciones como The New Yorker, insistía en que el nuevo Estado debía garantizar derechos iguales para árabes y judíos, algo que no veía cumplirse.

También criticó que Israel se arrogara el derecho exclusivo de hablar en nombre de todos los judíos del mundo, algo que consideraba peligroso y antidemocrático.

En breve: Hannah Arendt, filósofa y librepensadora alemana de origen judío, estaba lejos de cuestionar la existencia de Israel, discutía sí que este se convirtiera en un Estado nacionalista cerrado y excluyente. Defendía una visión pluralista y cosmopolita, tanto para los judíos como para cualquier otro pueblo y abogaba por un estado bi-nacional.

Hoy, el contexto es diferente pero aquellas ideas se reactualizan. A 77 años de su creación, el Estado de Israel es un estado fuerte aunque bajo un condicionamiento constante a su existencia, con una sociedad plural que no puede reducirse a sus expresiones de nacionalismo extremo -actualmente en el gobierno encabezado por Benjamin Netanyahu-, rodeado de caos y amenazas constantes, externas y autoinfligidas.

El libro de Peter Beinart, “Ser judío después de la destrucción de Gaza: un ajuste de cuentas” (publicado en Nueva York, en enero de 2025) lo plantea interpelando al militarismo del Estado israelí. Y voces de todo el espectro político israelí que reclaman la liberación de los rehenes cautivos desde el fatídico 7-O (2023) y el fin de la guerra, lo están advirtiendo.

El ex primer ministro Ehud Olmert acaba de escribir en un artículo publicado en el diario Haaretz: “El gobierno de Israel está librando una guerra sin propósito, sin objetivos ni planificación clara y sin posibilidades de éxito (…) Lo que estamos haciendo en Gaza ahora es una guerra de exterminio: matanza indiscriminada, ilimitada, cruel y criminal de civiles”.

El calvario del pueblo palestino, a expensas del terrorismo asesino de Hamas y las represalias devastadoras israelíes, es un componente inescindible de ese cuadro infernal y doloroso, que parece retrotraer el conflicto de Medio Oriente a sus orígenes, una y otra vez.