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Descubren 25 nuevos genes asociados al Trastorno Obsesivo Compulsivo

Un estudio internacional revela avances clave en la comprensión genética del TOC, identificando nuevos objetivos terapéuticos.

23/05/2025

Un equipo internacional de investigadores ha dado un paso significativo en la comprensión del Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) al identificar 25 genes de riesgo previamente desconocidos relacionados con esta condición neuropsiquiátrica.

El hallazgo, publicado recientemente en una revista científica de alto impacto, representa el mayor estudio genético realizado hasta la fecha sobre el TOC, y abre nuevas perspectivas para el desarrollo de tratamientos más eficaces y personalizados.

El TOC afecta a aproximadamente el 2 % de la población mundial, lo que equivale a millones de personas que viven con pensamientos intrusivos y compulsiones que interfieren con su calidad de vida. A pesar de su prevalencia, las causas biológicas del trastorno han sido históricamente difíciles de desentrañar. Sin embargo, este nuevo estudio, basado en el análisis del genoma de más de 500.000 personas, incluyendo pacientes diagnosticados y controles sanos, comienza a arrojar luz sobre los mecanismos moleculares detrás de la enfermedad.

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Nuevos genes, nuevas esperanzas
Entre los 25 genes identificados como de riesgo, varios ya se encuentran siendo estudiados como dianas terapéuticas en otras condiciones neurológicas, lo cual podría acelerar el desarrollo de medicamentos específicos para el TOC. Según los autores del estudio, muchos de estos genes están implicados en procesos esenciales del cerebro, como la comunicación entre neuronas, la plasticidad cerebral y el desarrollo de circuitos relacionados con el control de impulsos y el procesamiento emocional.

"Estamos empezando a ver un mapa biológico claro del TOC", explicó uno de los investigadores principales del proyecto. "Este no es solo un trastorno psicológico; tiene raíces profundas en la biología molecular".

Áreas cerebrales y tipos específicos de neuronas
Además de los descubrimientos genéticos, el estudio también permitió identificar áreas cerebrales específicas cuyo funcionamiento parece alterado en personas con TOC. Utilizando técnicas avanzadas de neuroimagen y análisis de tejido cerebral post mortem, los científicos encontraron conexiones anormales en regiones como el córtex orbitofrontal, el núcleo caudado y el tálamo, áreas clave en la regulación del comportamiento, el miedo y el hábito.

También se detectaron cambios en tipos particulares de neuronas inhibitorias, especialmente aquellas que utilizan el neurotransmisor GABA. Esta observación refuerza la hipótesis de que el TOC puede estar relacionado con una disfunción en los mecanismos cerebrales que normalmente ayudan a suprimir pensamientos no deseados.

Hacia una medicina más precisa
Uno de los grandes retos del tratamiento del TOC ha sido la falta de opciones efectivas para todos los pacientes. Actualmente, muchas personas se benefician de terapias cognitivo-conductuales y medicamentos como los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS), pero un porcentaje significativo no responde adecuadamente a estas intervenciones.

Los nuevos hallazgos genéticos podrían permitir en el futuro el desarrollo de terapias farmacológicas dirigidas a corregir alteraciones moleculares específicas. Además, estos datos podrían servir para diseñar pruebas de predicción genética que ayuden a identificar a personas en riesgo desde edades tempranas, facilitando intervenciones preventivas.

Un trabajo colectivo
El estudio fue posible gracias a la colaboración entre instituciones de todo el mundo, incluyendo universidades de Estados Unidos, Europa y Asia, así como redes internacionales como el Psychiatric Genomics Consortium. Este tipo de esfuerzos globales está transformando la forma en que se estudian los trastornos mentales, permitiendo analizar muestras mucho más amplias que antes eran impensables.

Este hito científico marca un antes y un después en la historia del TOC. Por primera vez, se dispone de una base genética sólida que permite entender mejor el origen biológico de este trastorno. Más allá de los laboratorios, este conocimiento tiene el potencial de cambiar la vida de millones de personas que hoy luchan contra síntomas invisibles pero devastadores.

Como señalan los expertos: "El camino hacia una cura empieza con saber qué hay que curar". A partir de este estudio, ese camino se ensancha.

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