Opinión y Actualidad

¿Qué hacemos con lo que no sabemos?

Un análisis para reflexionar sobre el tipo de liderazgo que hoy se necesita. Las condiciones y los desafíos para el mundo actual, en medio de la incertidumbre provocada por las limitaciones estructurales y económicas.

11/05/2025

Sin embargo, esta crisis e inestabilidad no es solo un fenómeno argentino. A nivel mundial, atravesamos una época signada por tensiones crecientes, como lo demuestra la reciente guerra arancelaria. Estos escenarios de incertidumbre global se agravan, en muchos casos, en países como el nuestro, que enfrentan sus propias limitaciones estructurales y económicas.

Ante este escenario desafiante, muchos de los liderazgos que conocimos —rígidos, técnicos, verticales— se muestran no solo insuficientes, sino peligrosamente desconectados. Las calles lo dicen todo. Hay malestar. Hay bronca. Hay miedo. Marchas de trabajadores, gremios en pie de lucha, paros docentes, protestas en hospitales. Pero también hay un silencio sordo en muchas oficinas, en los grupos de WhatsApp, en los pasillos de las empresas. Gente que sigue yendo a trabajar, que cumple, que pone la cara… pero que no sabe para qué.

Este marco desafiante interpela, sin dudas, a los líderes de las organizaciones. Según el Edelman Trust Barometer 2024, el 62% de las personas cree que los líderes empresariales están perdiendo contacto con la realidad social. Por otro lado, la Organización Mundial de la Salud advierte que los trastornos de ansiedad vinculados al trabajo se duplicaron desde 2019. ¿Qué nos está diciendo todo esto?

Que no alcanza con “saber liderar”. Que en contextos de tanta inestabilidad no se trata de bajar certezas, sino de animarse a abrir conversaciones que no tengan respuestas prefabricadas. Conversaciones reales, honestas, incómodas. Conversaciones que reconozcan el impacto emocional que tiene vivir cada día sin saber si lo que uno hace tiene sentido.

Como señalaba el filósofo Ludwig Wittgenstein, “los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo”. ¿Qué mundo estamos construyendo si no podemos nombrar el miedo, la frustración, la rabia, la impotencia que sentimos al mirar el presente y no entender hacia dónde vamos?

El liderazgo que necesitamos hoy no es el del que lo sabe todo, sino el del que se atreve a no saber y a preguntar. El que crea un espacio donde el otro puede decir “estoy mal” sin miedo a ser juzgado. El que se anima a reconocer que no puede solo. El que no promete estabilidad, pero ofrece presencia.

En sus estudios sobre liderazgo adaptativo, el académico de Harvard, Ron Heifetz, distingue entre los problemas técnicos y los desafíos adaptativos. Los primeros tienen solución con conocimiento experto. Los segundos requieren transformación personal y colectiva. Lo que hoy vivimos en Argentina es claramente de esta segunda categoría: no hay manuales, no hay soluciones mágicas. Solo nos queda aprender juntos. Y eso empieza por hablar distinto.

Desde la filosofía existencial, pensadores como Søren Kierkegaard o Jean-Paul Sartre advirtieron que el ser humano está condenado a elegir aun en medio de la incertidumbre, y que esa libertad muchas veces duele. No podemos escapar del vacío que genera no saber, pero sí podemos elegir cómo responder ante él. En el coaching ontológico, esa elección empieza en el lenguaje: cada conversación puede ser un acto de creación. De ese modo, el sentido no se descubre, se construye juntos.

Pero si el lenguaje crea realidades, como plantea el coaching ontológico, la pregunta ya no es solo cómo nos sostenemos, sino qué mundos posibles estamos dispuestos a declarar. En tiempos de crisis, el liderazgo no puede limitarse a contener. Necesitamos líderes que diseñen futuros, que habiliten nuevas conversaciones, que inviten a imaginar lo que todavía no existe.

En ese sentido, liderar no es ofrecer respuestas cerradas, sino animarse a abrir preguntas potentes. Es correrse del lugar del que “sabe” para transformarse en habilitador de sentido. No es controlar el camino, sino generar las condiciones para que otros puedan trazarlo con autonomía y compromiso.

La incertidumbre no se resuelve, se habita. Y en esa experiencia compartida, los líderes pueden elegir entre quedar atrapados en el miedo… o ser protagonistas del lenguaje que da forma al porvenir.

En lugar de preguntar “¿qué decisiones debe tomar un líder hoy?”, quizás deberíamos empezar por otra: ¿Qué conversaciones están pendientes en tu equipo, en tu familia, en vos mismo?

Hoy liderar no es mandar ni convencer. Es crear condiciones para que otros puedan expresarse y reconstruir su sentido en medio del caos. Porque si no sabemos qué va a pasar, al menos necesitamos saber que no estamos solos para atravesarlo.