Leonardo Favio y su legado a la cultura nacional. Su vida y su obra. La política y el impacto de la ideología en su arte. La importancia de la coherencia en el artista.
Por Pablo Argañarás, Lic. en Cine y Televisión
Fuad Jorge Jury Olivera fue más conocido por su nombre artístico, Leonardo Favio. Para la gran mayoría de las personas fue muy popular como cantante, un poco menos en su faceta actoral y de director de cine.
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Todos los que amamos el cine argentino y nos dedicamos de alguna u otra manera al rubro audiovisual podemos tener mil y una diferencias, pero a la hora de hablar de Leonardo Favio como el gran director del cine argentino de todos los tiempos estamos todos de acuerdo. La figura de Leonardo aúna a la afición, causa pasión cinéfila y admiración por cada una de sus obras cinematográficas.
Leonardo nació en Las Catitas, Mendoza, en 1938 y falleció en Buenos Aires en el año 2012. Su madre Laura Favio, actriz de radioteatro le consiguió sus primeros bolos radiofónicos en las ficciones que se producían por la Mendoza de aquel entonces. En el año 1958 debutó en Buenos Aires trabajando de extra en el filme “El Ángel de España” de Enrique Carreras. Luego conoció al gran cineasta argentino de aquel entonces, “Babsy” Torre Nilsson, quien lo apadrina y lo hace protagonizar sus primeros dos filmes “El secuestrador” y “Fin de fiesta”. Después comienza su carrera de director, a la par de la de actor, dirigiendo su primer cortometraje, “El amigo” (1960). En 1965 realiza su ópera prima “Crónica de un niño solo”. Luego dirige la película que para muchos críticos es la mejor de la historia del cine nacional, “El Romance del Aniceto y La Francisca”, con María Vaner, Federico Luppi y Elsa Daniel. En 1969 estrena “El Dependiente”, completando así su trilogía de filmes en blanco y negro de carácter minimalista.
En 1968 editó su primer disco, “Fuiste mía un verano”, que lo llevó de una carrera casi en el anonimato como director cinematográfico a la gran explosión mediática como cantante. En 1973 deja su éxito como cantor para rodar su primer filme a color, “Juan Moreira”. A posteriori en 1975 dirige “Nazareno Cruz y el Lobo”, la película más vista de la historia del cine argentino. Ella lo catapulta como un gran director cinematográfico tanto para las masas como para la crítica. En 1976 realiza “Soñar, soñar”, con Carlos Monzón y Gian Franco Pagliaro. Ese año luego del golpe militar de Jorge Rafael Videla se marcha al exilio dada sus convicciones peronistas. Regresa a vivir a la Argentina en 1987 luego de trabajar como cantante en toda Latinoamérica. En 1993 retoma su carrera de director de cine con el filme “Gatica, el mono”. A la par continuó con su rol de cantautor y sus giras por toda América Latina. Entre 1996 y 1999 realiza “Perón, Sinfonía del Sentimiento”, documental de cinco horas y cuarenta y cinco minutos, en donde narra la historia del peronismo y de Juan Domingo Perón. En 2008 dirige su último filme, “Aniceto”, un musical donde retoma la historia de su segundo filme, “El romance del Aniceto y la Francisca”.
El legado de Favio al cine argentino es inmenso. Una filmografía invaluable, con obras impecables desde lo artístico y lo técnico. Innovadoras y rupturistas cada una en su época. Su generosidad como director nos regaló a grandes exponentes de la actuación nacional. En la iconografía de nuestro cine el legado es eterno con imágenes que quedarán para siempre en la memoria colectiva de nuestro cine nacional.
El hombrecito del pañuelo atado en la cabeza, el gran Leonardo, el amado Favio. El intransigente. El militante peronista. El leal hasta el exilio junto a toda su familia. El director que filma el documento audiovisual más importante sobre Juan Domingo Perón y el Movimiento Peronista. El artista que conjuga pueblo y arte. Sofisticación y vulgaridad. Un cine tan suyo que es imposible imitarlo. Solo queda apreciarlo y conmoverse. Un ejemplo de trabajo, perseverancia, superación y coherencia. De amor, pasión y coraje. El pueblerino que conquisto pantallas y escenarios. Al que nunca le sentó bien el rol de ídolo. Le incomodaba ser ejemplo. Se sentía bien en el anonimato y realizando cine o cantando canciones. Gran contador de historias. Amigo de sus amigos. Gran motivador de nóveles directores y realizadores audiovisuales que le sucedieron. Un soñador descarado que se animó a soñarse tan alto y tan fuerte que se convirtió en su realidad. Por todo lo que narro en estas escuetas líneas, todos amamos al gran Leonardo.