Opinión y Actualidad

El auto fantástico

Recuerdos de la serie emblemática de los años ´80. El impacto de la ficción televisiva en su público. La resignificación de contenidos audiovisuales en la niñez. La infancia y la importancia de lo lúdico y la imaginación.

19/04/2025

Por Pablo Argañarás, Lic. en Cine y Televisión
La ficción tiene que ver con lo lúdico, con la ensoñación. Tal vez se trate de "soñar despiertos".  Cuando creamos contenidos ficcionales se abre un universo de posibilidades.  Y poder llegar a todo el mundo mediante una producción audiovisual que "ancle" en el inconsciente colectivo de una generación es algo maravilloso.  La televisión en la década de los '80 cumplió cabalmente con estas premisas.  Lo hizo mediante la tercera ola de seriales televisivos norteamericanos.  Por aquella época se veían en la pantalla de televisión abierta, aún no existía en Santiago del Estero, al menos donde yo vivía mi niñez, ni cable ni tv satelital.  Menos aún internet.

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Las siestas eran la previa a los capítulos.  Por la tarde se emitían, uno tras otro, capítulos de series que continuaban la semana subsiguiente.   Y por las noches nos juntábamos para conversar sobre el avance de cada serie.  Como niños de entre 7 y 10 años, nuestros juegos radicaban en copiar o emular lo que veíamos en la pantalla.  Una serie era la que más juegos y competencias entre nosotros generaba.  Se llamaba  "El auto fantástico".

Jugábamos con autitos carreras interminables en los cordones de la vereda que duraban una vuelta a la manzana, toda una locura.  Armábamos autos tipo kartings con maderas y rulemanes,  a los que conducíamos con los pies y los tirábamos por bicicletas con sogas.  Jugábamos a adivinar el color del próximo auto que pasaría por la ruta.  Y cuando aparecía algún vehículo con sirena era la gloria, sea un patrullero policial, una ambulancia o el camión de bomberos era la locura en nosotros.  Tenían luces que se movían, igual que la roja del Auto Fantástico.

El personaje protagonista de la serie era  Michael Knight, interpretado por el actor David Hasselhoff, quien era un defensor de los pobres y desamparados.  Éste con su indumentaria negra por completo, al igual que su automóvil, impartía justicia.   Una especie extraña de cowboy con automóvil.   Todos queríamos tener uno de esos vehículos y soñábamos con que nos hablase, y charlar con él.  El automóvil, llamado Kitt,  incorporaba una computadora inteligente que poseía la  capacidad de hablar e interactuar como si fuese una persona normal.  Eso nos maravillaba.  Imitábamos la voz esa metálica, y el ruido del vaivén de la luz roja que se movía de derecha a izquierda en la parte baja de la trompa del auto.

Hoy ver esta serie causaría la nada misma en los niños.  Los GPS hablan, dan indicaciones, las bicicletas ya tienen luces rojas que van y vienen.  Creo que el adelanto tecnológico feroz de estos 40 años hizo perder gran parte de la carga lúdica.  El imaginar y jugar con la imaginación era moneda corriente en nuestra niñez.  Y los juguetes preferidos eran la pelota y el autito.

La ovación en la serie se daba cuando en algún capítulo del Auto Fantástico, Kitt se ponía en dos ruedas de lateral mientras seguía persiguiendo a los villanos.  Ver esas escenas era una cosa maravillosa.  Una persecución en donde el auto cazador perseguía a sus presas en dos ruedas laterales, inclinado hacia la derecha o izquierda.  Recuerdo que se escuchaban los gritos de todos nosotros cuando sucedía esto.  Después agarrar los autitos y llevarlos a correr carreritas en los cordones de la vereda en dos ruedas.  Armar pistas de tierra y barro en los jardines para hacerlos correr allí.  Jugar carreras con los kartings tirados por bicicletas.  La libertad de jugar siendo niños y creer que el mundo era para ser descubierto.  Todo asombro y maravilla.

Ahora ya de grande, converso de vez en cuando con personas de mi edad, y todos recuerdan esta serie.  No importa el barrio, la provincia o incluso el país.  Toda nuestra generación vio a Kitt, el auto deportivo negro con la luz de vaivén roja.  El auto que conversaba.  Al actor siguió con éxitos posteriores creando otra serie y protagonizándola llamada "Baywatch, Guardianes de la Bahía".

Pero el auto... ese automóvil era nuestro sueño. Después de esa serie todas las calesitas giraban con los caballos montados por las niñas. Nosotros preferíamos los autos.  Y alucinábamos que íbamos en dos ruedas, en corceles negros motorizados, persiguiendo a los malos...