El cineasta coreano Hong Sang-soo ('La novelista y su película') dirige a Isabelle Huppert en esta historia, Oso de Plata en Berlín, sobre una misteriosa mujer que recala en Seúl y pretende enseñar francés con un extraño método.
Por Mariona Borrull
Para Fotogramas
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Hong Sang-soo crece en el blanco entre palabras. Su viajera viste la dureza ligeramente entretenida de Isabelle Huppert, eso sí, enfundada entre las tulipas de una blusa chillona. Ahijada relax de Sandrine Bonnaire en 'Sin techo ni ley', su autonomía incontestable se coteja solo con una fragilidad brutal cuando el joven que la tiene en casa (Ha Seong-guk) la condena a la categoría de 'amiga'. Al mismo tiempo habría que ver si alguien aprende francés con el método que ha inventado, una suerte de licuadora de los bajos fondos emocionales de sus alumnos, donde el idioma parece un tema más bien secundario. En cualquier caso, la burguesía queda retratada.
Pero Hong no busca titular ni respuesta para esta 'jam' en riguroso directo, entre la comedia, la poesía y la terapia. Recurre a la embriaguez del 'makgeolli' como excusa esporádica y se libra de todo andamio temporal (porque la película pasa en 'una tarde' infinita) o formal, lejos de desenfoques, geometrías o excesos naturalistas. Al final, cuando ya no queda concepto que leer entre líneas, surge una única certeza: esto es menos de lo de siempre.
Para (des)conocer, otra vez, el cine de Hong Sang-soo.