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Cómo detectar y actuar ante el bullying en la escuela

Según estudios de UNICEF, el acoso prolongado puede disminuir el rendimiento académico y tener un impacto negativo en la autoestima a lo largo de los años.

07/04/2025

El bullying es una de las formas más persistentes y perjudiciales de violencia entre pares, tanto dentro como fuera del ámbito escolar.

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Según UNICEF, el bullying es una forma de violencia repetida entre compañeros en el entorno escolar, caracterizada por la intención, la repetición en el tiempo y un desequilibrio de poder entre el agresor y la víctima.

Este comportamiento puede incluir desde agresiones físicas, como empujones, golpes o amenazas, hasta formas más sutiles como la exclusión social, la burla constante o la difusión de rumores.

Optum refuerza esta idea, indicando que el bullying implica una conducta agresiva no deseada, marcada por un desequilibrio de poder, y que se repite en el tiempo.

Una de sus manifestaciones más comunes es el bullying verbal, donde se utilizan insultos, apodos peyorativos, comentarios homofóbicos o racistas y burlas para herir a la víctima.

En el ámbito digital, el ciberacoso ganó rotagonismo, y UNICEF alerta que uno de cada tres niños ha sido víctima de este tipo de violencia. Este puede incluir la publicación de contenido humillante, acoso mediante mensajes privados o la difusión de información personal con el fin de avergonzar.

Estudios de UNICEF advierten que el bullying prolongado tiene efectos duraderos en el desarrollo infantil. La exposición constante a situaciones de acoso puede afectar negativamente el rendimiento académico y la autoestima, llevando a muchos estudiantes a aislarse, perder el interés por el aprendizaje y experimentar una caída en sus calificaciones.

Esta experiencia también impacta en sus relaciones familiares y sociales, y en la forma en que se perciben a sí mismos.

La detección temprana de estos casos, acompañada de una red de apoyo, es clave para mejorar el bienestar del menor y su futuro.

Es importante distinguir el bullying de los conflictos comunes entre niños, que no se caracterizan por una intención sistemática de dañar ni por un desequilibrio de poder persistente. El bullying se basa en una relación desigual, donde el agresor mantiene su comportamiento con el fin de someter o intimidar a la víctima.

Según Kids Health, las motivaciones detrás del bullying suelen estar relacionadas con el deseo de reforzar el estatus social o ganar control, o bien con comportamientos abusivos aprendidos en el hogar o en su entorno cercano.

La intervención frente al bullying debe ser integral, respetuosa y centrada en el niño. UNICEF recomienda escuchar al menor atentamente, sin juzgar, agradeciendo que comparta su experiencia y asegurándole que no es su culpa.

La Anti-bullying Alliance también destaca la importancia de trabajar conjuntamente con el niño para encontrar una solución, evitando tomar decisiones sin su consentimiento.

Es útil llevar un registro detallado de los incidentes, para luego compartirlo con la escuela. Sin embargo, es fundamental no alentar respuestas violentas. Kids Health coincide en que incitar al niño a responder con agresión solo empeora la situación, aumenta el riesgo físico y puede traer sanciones escolares.

En lugar de eso, se recomienda enseñar al niño a alejarse del agresor, usar frases neutras para desactivar la provocación o mostrarse poco afectado, además de buscar siempre el apoyo de un adulto.

El concepto de “fogging”, propuesto por Vic.gov.au, sugiere responder indiferentemente a los comentarios del acosador, despojándolos así de poder, aunque es una estrategia difícil de aplicar, ya que el niño está sufriendo y solo él puede experimentar lo que vive.

La familia juega un rol esencial. La Anti-bullying Alliance subraya la importancia de reforzar la autoestima del niño a través de actividades extracurriculares que fomenten sus habilidades sociales y la formación de amistades fuera del entorno del bullying.

Kids Health recomienda también fomentar conversaciones diarias donde se compartan los aspectos positivos del día, creando un ambiente de confianza donde el niño se sienta seguro para expresar sus emociones.

La escuela tiene un papel fundamental. Según la Anti-bullying Alliance, todos los centros educativos deben contar con una política clara de comportamiento que incluya medidas preventivas y protocolos frente al bullying.

Es crucial una respuesta coherente y coordinada entre la familia y la escuela, donde los docentes y el personal escolar intervengan directamente con los agresores. Si las medidas escolares no son suficientes, Kids Health y UNICEF coinciden en que puede ser necesario involucrar a las autoridades legales, especialmente si hay amenazas graves o agresiones físicas.

Las leyes contra el bullying varían según la jurisdicción, pero en muchos casos reconocen el derecho del menor a ser protegido de cualquier forma de violencia.

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