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Opinión y Actualidad

El ego y los artistas

Los castings y las pruebas de talento. La orientación a los actores por parte del director. Errores actorales y sus responsables. Las artes y la vanidad.

06/04/2025

Por Pablo Argañarás(*) para Diario Panorama

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En medios audiovisuales cuando observo alguna actuación que no está correctamente ejecutada mi crítica apunta siempre al director, nunca al intérprete. Siempre es responsabilidad del director la de cuidar la pieza audiovisual.  Y dentro de esos cuidados está el que se debe tener al orientar a los actores.

La posibilidad de que opine de esta manera radica en que existe en lo audiovisual la chance de regrabación.  En teatro, por ejemplo, no está esta instancia.  Los actores salen a escena y despliegan en las tablas su pericia.  Y ante un eventual desajuste actoral ya no se puede "barajar y dar de nuevo", están en escena, con un público que los está observando.

En cine, video, nuevos formatos y televisión que no sea en directo, esta mecánica varía con respecto a la teatral.  Al poder repetir la toma, uno como director debe estar atento a la correcta ejecución de las actuaciones.  Si observamos alguna falla o desajuste nuestra responsabilidad es cuidar al actor, a la pieza audiovisual, cortar y volver a grabar, haciendo las correcciones del caso para que en esta nueva instancia salga como se espera.

Es por ello que en lo audiovisual las malas actuaciones corren por cuenta del director, no de los actores. Obviamente que el público no sabe, o no tiene porqué saber esto.  Pero en lo que redunda es en el "verdugueo" constante a actores y actrices que depositan su confianza en gente que no están preparadas para la dirección. Y esa responsabilidad es mutua.  Porque los actores deberían revisar el currículum de quien va a dirigir. Porque de las decisiones de esa persona dependerá el futuro de su carreará o el fin de la misma. La mecánica de trabajo opera al revés en lo audiovisual. Los directores tomamos un casting de actores. Yo creo que se debería, en muchas ocasiones, hacer a la inversa.  Ante esto lo que juega en contra de los actores es su ego. Muchos intérpretes se dejan guiar por cualquier persona que se dice director con el único fin de verse en pantalla. El ego, la necesidad de aparecer, de figurar, de "chapear" son tan grandes que depositan su confianza en cualquier imberbe. Así el ego termina costando caro. Malas actuaciones, que conllevan a malas críticas del público, y en muchos casos sepultan carreras actorales. Todo porque el director no es bueno, y porque su mejor habilidad es venderse como tal y no prepararse para ser un buen director.

Y si, el ego... el ego... moneda corriente en los exponentes artísticos.  El cine, el video, la televisión y las redes sociales están llenas de personitas pequeñas con enormes egos. Muchas veces me tocó y me toca escuchar a diferentes individuos aseverando sus virtudes en tales o cuales disciplinas artísticas.  "Yo soy una excelente bailarina", "yo soy muy buen actor", "yo soy la directora de esta genial película", ... egos con patas. Personas minúsculas. Nulos profesionales. Uno tiene que hacer y dejar que la obra hable por uno.  No se puede estar alabando nuestra propia creación.  Es como esos padres babosos que te dicen: "qué lindo nuestro hijo, ¿no?", y que les vas a decir.  Por educación le contestas una obviedad.  

En el rubro artístico sucede mucho esto. Por desgracia falta humildad para reconocernos falibles. Creo que el mejor artista es aquel que conoce sus limitaciones. Las trabaja, las pule, va corrigiendo, estudia, se capacita, y modifica. Escucha a su entorno inmediato, se observa en sus prácticas y va creciendo en su disciplina. Es la única manera de evolucionar en las artes. Constancia, estudio, trabajo duro, ejecución, ajuste y paciencia. La humildad es una muy buena aliada del artista. Lo mantiene en foco y hace que no tambalee ante las críticas.

Las buenas actuaciones en lo audiovisual son méritos del director y los intérpretes. Las malas performances son responsabilidad siempre del director. Por eso es importante que los actores sepan quienes los dirigen. Porque no dejarse dirigir por cualquiera es también saberse cuidar en este rubro.  Salvo que "el ego meta la cola", y no nos interese la calidad del trabajo sino la "chapa", el figurar, el decir que se actuó en tal o cual cosa.

Dejar el ego de lado es siempre sano para los actores, directores y artistas en general. Es sano para el ser humano.

(*) Pablo Argañarás es Lic. en Cine y Televisión