Peter Sarsgaard, John Magaro y Ben Chaplin protagonizan este trepidante thriller periodístico dirigido por Tim Fehlbaum, cineasta con probada capacidad de gestión de la adrenalina.
Por Antonio Trashorras
Para Fotogramas
HACÉ CLICK AQUÍ PARA UNIRTE AL CANAL DE WHATSAPP DE DIARIO PANORAMA Y ESTAR SIEMPRE INFORMADO
Aclaremos primero qué no es ni a lo que intenta jugar esta vibrante, robusta película. Pese a que en la memoria aún resuenan ecos de 'Múnich' (S. Spielberg, 2005) y cuesta evitar comparaciones y paralelismos, Tim Fehlbaum (cineasta de gran pulso escénico, talento rítmico y probada capacidad de gestión de la adrenalina) en absoluto ambiciona una narración de gran calado, como aquella, con dimensiones y aliento épicos, sobre el deterioro moral tanto de los individuos como de los sistemas (políticos, sociales, religiosos…), a partir de un hecho lo bastante cercano a la pura barbarie como para traumatizar al (sigamos llamándolo así) mundo civilizado. Tampoco, ‘ojocuidao’, pretende arrojar mensajes asociados a lo que sabemos que viene pasando en cierta parte del globo desde octubre del 23; aunque, no lo niego, lecturas así pueden extraerse y sonar medio plausibles, pese a que el presente proyecto se remonta a bastante antes.
¿Qué es 'Septiembre 5' entonces? Pues uno de esos trepidantes thrillers periodísticos de sala y pasillos, diálogos apeñuscados y emociones a voz en cuello, que brilla sobre todo como electrizante relato sobre el desempeño laboral (exitoso o fallido, agridulce en cualquier caso) en un momento de crisis muy concreto acompañado del resquebrajamiento de varias de las supuestas certezas y barreras éticas tradicionalmente asociadas a dicha profesión. Casi al compás de una peli de acción, con textura arenosa-desvaída, a lo 16 mm o tele vintage (de entonces) y una realización basada en el uso de la cámara a cuestas en pertinaz ejercicio de reencuadre, con su consiguiente y reiterada búsqueda de foco (visual y de interés), estamos ante una hábil yincana audiovisual de interiores que captura la atención con argucias propias del cine de entretenimiento al tiempo que deja una digerible (para los estándares actuales) e intensamente dramatizada reflexión sobre cómo ciertas decisiones pudieron alterar en su momento los confines éticos del oficio informativo.
Para aficionados a los thrillers periodísticos intensos y con sustancia.