Pat Boonnitipat dirige este curioso drama agridulce cuyo tema central son las relaciones de una anciana enferma terminal y el nieto que la cuida con extrema delicadeza, mientras alrededor pululan familiares que ya se lamen las patitas pensando en la herencia.
Por Jordi Batlle Caminal
Para Fotogramas
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Prescindiendo del título espantoso, que hace pensar en una farsa idiotizante de Christian Clavier, nos encontramos aquí con un curioso drama agridulce cuyo tema central son las relaciones de una anciana enferma terminal y el nieto que la cuida con extrema delicadeza, mientras alrededor pululan familiares que ya se lamen las patitas pensando en la herencia. De fondo, tal vez lo más interesante y enriquecedor de la película, un cuadro costumbrista filmado con hermosos colores en espacios pintorescos y prestando mucha atención a la cultura local: la religión y sus rituales (un cementerio abre y cierra la función), las supersticiones, la gastronomía siempre tan presente en el cine asiático, etc.
Boonnitipat plantea un discurso sobre los vínculos afectivos en un universo inesperadamente más materialista que espiritual. Exprime más sentimentalismo del necesario, subrayado por cargantes notas de piano, pero es una obra acogedora, ágil y simpática y está impecablemente ejecutada.
Para degustadores de la cocina asiática cuando aborda temas familiares.