Desde Letonia llega esta cinta dirigida por Gints Zilbalodis que podría llevar dos estatuillas en las categorías de Mejor Largometraje de Animación y Mejor Película internacional. Una genial mirada a un mundo en descomposición tocando los grandes temas universales.
Por Blai Morell
Para Fotogramas
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En esta pequeña gran maravilla hay animales, pero no son los de 'Zootrópolis', 'Mascotas' o 'Madagascar'. Ni hay canciones o voces de estrellas de Hollywood. Por no haber, no hay ni diálogos, como en la excelsa 'Robot Dreams'. Aquí los gatos maúllan y los perros ladran, y cada uno responde a comportamientos propios de su idiosincrasia aunque también tiene algún ligero toque de ‘humanidad’. Eso sí: el talento rebosa en esta epopeya animada que comienza como si fuera un remedo gatuno de 'Soy leyenda' para convertirse en una genial mirada a un mundo en descomposición tocando los grandes temas universales.
Con esa cámara que no abandona nunca a su(s) criatura(s), Gints Zilbalodis luce una virtuosa puesta en escena en una exhibición de luz, color y movimiento –esos largos planos secuencia–, y donde sacrifica el diseño de los animales, aunque en realidad, transmitan gestualmente mucho más que cualquier millonaria producción de un gran estudio, en beneficio del resto de apartados técnicos. Un festín para los ojos, las mentes y los corazones que nos recuerda el inmortal poder de las imágenes sobre las palabras.
Para los que se sienten más cerca de Ghibli que de Disney.