Anunciaron que levantarán 200 metros de alambrado en Aguas Blancas, Salta, frente a Bolivia. El Gobierno dijo que la medida "pone fin al caos en este punto crítico de la frontera". En La Paz expresaron "su preocupación". Y en X nadie se quedó callado.
Por Pablo Vaca
Para Clarín
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La primera piedra la tiró el Gobierno boliviano. En un comunicado publicado el domingo sostuvo: “El Ministerio de Relaciones Exteriores del Estado Plurinacional de Bolivia expresa su preocupación ante el anuncio del Gobierno de Argentina de instalar una cerca de 200 metros en la frontera entre ambos países”.
La Cancillería del país vecino se explayó: “Los temas fronterizos deben ser tratados por medio de mecanismos de diálogo bilaterales establecidos entre los Estados para encontrar soluciones coordinadas a temas en común”, y por lo tanto “cualquier medida unilateral puede afectar la buena vecindad y la convivencia pacífica entre pueblos hermanos”.
Un tono que no dejaba lugar a dudas. Parecía un asunto grave.
Efectivamente el Boletín Oficial de Salta anunció este lunes que la municipalidad de Aguas Blancas llamaba a licitación para construir un “alambrado perimetral” en el cruce fronterizo con Bolivia en el Río Bermejo.
Crecía la polémica.
Desde el Ministerio de Seguridad nacional, un comunicado difundido temprano a la tarde reafirmó la supuesta trascendencia del asunto. “Antes del Plan Güemes, el cruce fronterizo en Aguas Blancas y Orán era tierra de nadie: narcotráfico, sicariato, muertes y descontrol. Desde el Ministerio de Seguridad, junto al gobernador de Salta, Gustavo Sáenz y el interventor de Aguas Blancas, Adrián Zigarán, recuperamos el control”, afirmaron desde la dependencia conducida por Patricia Bullrich.
En otro párrafo se extendían: “Se tomó una decisión clave: sumar una medida más al control que establecimos, reforzando la pared existente—vulnerada repetidamente por el narcotráfico para ingresar cocaína—con la construcción de una cerca de 200 metros. Esta medida elimina el bypass que permitía eludir los controles de la Gendarmería Nacional, refuerza controles exitosos existentes, y pone fin al caos en este punto crítico de la frontera”.
La contundencia de tales afirmaciones no permitía tibiezas: la porosidad de la frontera tendría un antes y un después de la iniciativa.
Un pequeño detalle, sin embargo, daba lugar a la duda. El comunicado hablaba de la “cerca”. No el “muro”. La “cerca”.
Las declaraciones que hizo a varios medios el interventor de Aguas Blancas permitieron comprender algo mejor lo que realmente se intentará construir: Zigarán detalló que la idea es "generar un cerrojo en forma de L, donde gendarmes y militares de la Prefectura Naval eviten que las personas circulen hacia el sur de la Terminal; obligándolas a recorrer el perímetro del alambrado hacía las oficinas de Migraciones".
En criollo: planean poner un alambrado de 2,5 metros de altura a lo largo de 200 metros para que al menos parte de las personas que se bajan del colectivo en la terminal del pueblo vayan a migraciones en lugar de cruzar la frontera por cualquier lado.
Como barrera para evitar el narcotráfico habría que decir que parece, cuanto menos, endeble. Son 200 metros de alambre en una frontera de 742 kilómetros.
Hay que convenir, empero, que las afirmaciones oficialistas sobre la función estratégica del “muro” no fueron menos exageradas que la queja del Gobierno boliviano. Lo justo es justo.
La noticia, además, tenía todos los condimentos para transformarse en un picnic en el ecosistema de X. Tuiteros de uno y otro lado no pudieron resistirse y Aguas Blancas se convirtió rápidamente en tendencia.
Los de derecha, a favor del “muro”. Como si Donald Trump hubiera bajado desde Washington a bendecir un proyecto hermano al suyo en la frontera con México. Todo teñido de un poquito de racismo, claro.
Los de izquierda, en contra del “muro”. Como si el alambre de 200 metros fuera la muestra más clara de la xenofobia patente del Gobierno nacional. Justo contra el pueblo del compañero Evo.
Hubo quien se preguntó si había iraníes escondidos. Otro dijo que quería ayudar a “financiar el muro”. Un tercero habló de “alambrados de púas”, como en los campos de concentración. También se afirmó que la medida serviría para “frenar el contrabando y el indiscriminado ingreso de bolivianos”.
Argentina. Imposible aburrirse.