El fiscal federal fue hallado en el baño de su departamento en Puerto Madero el 18 de enero de 2015 sin vida producto de un disparo en la cabeza.
A 10 años de la muerte del fiscal federal Alberto Nisman, que fue hallado en el baño de su departamento en Puerto Madero el 18 de enero de 2015 sin vida producto de un disparo en la cabeza, la Justicia aún intenta determinar quiénes ejecutaron su supuesto asesinato, que la hipótesis de la fiscalía que conduce Eduardo Taiano.
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Se trata de un expediente que en estos años pasó de la justicia ordinaria a la federal y que giró de la hipótesis del suicidio al asesinato, aunque aún resta identificar a los autores materiales del hecho. Para Taiano, los elementos probatorios recabados en este tiempo permiten afirmar que “Nisman fue víctima de un homicidio” y que “su muerte estuvo motivada en su laboral en la UFI-AMIA”.
En el documento se hace particular énfasis en el rol que tuvieron los servicios de inteligencia y en los peritajes aún pendientes que podrían arrojar certezas sobre incógnitas del caso, que aún está lejos de elevarse a un eventual juicio oral.
Tras las reiteradas denuncias por los errores en la investigación, la jueza Fabiana Palmaghini desplazó en marzo de 2016 a Fein de la causa y envió el expediente al fuero federal. Ese mismo año, la Corte Suprema de Justicia de la Nación le dio la razón a la jueza y aseguró que se trataba de la muerte de un fiscal federal en ejercicio de sus funciones, por lo que debía intervenir dicho fuero.
Tras el fallo de la Corte, la causa quedó a cargo del juez Julián Ercolini y del fiscal federal Eduardo Taiano. La primera medida tomada desde Comodoro Py fue encargar un nuevo peritaje, esta vez a cargo de Gendarmería Nacional que determinó que “habrían participado terceras personas ajenas a la víctima, que además intentaron simular su suicidio”. Con esta hipótesis, que se mantiene en la actualidad, los nuevos responsables de la causa echaron por tierra la hipótesis inicial de un suicidio. Lo llamativo de este peritaje es que se realizó enteramente con imágenes de videos, sin contacto con el cuerpo del fallecido fiscal.
Bajo esa premisa, el juez procesó al perito informático Diego Lagomarsino por “homicidio simple agravado por el uso de arma de fuego”. El colaborador de Nisman fue quién le acercó el arma con la que se produjo el hecho. También fueron procesados los custodios de Nisman por “encubrimiento agravado” e “incumplimiento de los deberes de funcionario público”, por haberse retirado del lugar y dejar sin protección al fiscal.
“Los autores del homicidio -desconocidos hasta el momento- lograron exitosamente franquear el ingreso y el egreso del edificio al entrar y salir sin ser vistos, consumando la maniobra estudiada y poniendo en evidencia la precariedad del control privado”, reiteró Ercolini.
En este sentido, la fiscalía de Taiano analiza información que fue encontrada en la computadora de un exagente de la Policía Federal Ariel Zanchetta y en la que hay datos sobre individuos que habrían estado involucrados en el supuesto asesinato. Incluso se investiga un posible robo en las oficinas de la exAgencia Federal de Inteligencia de documentación que guardaría relación con la investigación del atentado a la AMIA y la muerte de Nisman.
En este marco se solicitaron nuevas medidas de prueba:
La conversación entre ambos, que luego derivó en acercarle el arma, habría sido iniciada por Lagomarsino, aunque los mensajes en ambos teléfonos fueron borrados.
En este sentido, Taiano destacó la labor “ineficiente” de la custodia que debía proteger a Nisman en su departamento, ya que, “durante ese fin de semana los miembros de la Policía Federal Argentina que debían protegerlo abandonaron la consigna vigente en reiteradas ocasiones y por lapsos de tiempo prolongados. De esta forma, no sólo se vio facilitado el accionar homicida que terminó con la vida del fiscal, sino también la libertad de manipular la escena sin ningún tipo de control”.
Allí el fiscal destacó: “No sabemos si los autores del homicidio pudieron haber salido del departamento por la vía de acceso ubicada en la cocina que nadie advirtió (o quiso advertir) durante los primeros momentos de la investigación”.
Para la fiscalía el rol de los servicios de inteligencia es clave en esta historia. En el informe habla de que Nisman “mantenía fuertes vínculos con miembros jerárquicos de la Agencia Federal de Inteligencia que colaboraban con su investigación” y destaca que en sus últimos días con vida había tenido contacto con varios de estos. Como elemento fundamental destaca la flota de abonados de la firma Nextel que mantuvo numerosas comunicaciones el domingo 18 de enero, antes de que se conociera la muerte de Nisman.
El accionar de estas personas se mantiene en reserva de acuerdo a lo que plantea la ley de inteligencia nacional. Incluso el fsical habla de que el caso Nisman colaboró con la detección del rol de los agentes inorgánicos, personas que no figuraban en los registros como dependientes de algún organismo en particular, pero sí se encontraban vinculados o prestaban servicios en áreas de inteligencia.