Guillerlys Rojas dialogó con Noticiero 7 en torno a la situación en Venezuela, país que tuvo que abandonar en busca de un mejor porvenir.
Guillerlys Rojas llegó hace un año y medio a Santiago del Estero, en busca de oportunidades que su tierra natal, Venezuela, ya no podía ofrecerle. Su travesía comenzó hace cinco años, cuando dejó su país en medio de la grave crisis política y económica bajo el gobierno de Nicolás Maduro. Primero vivió en Colombia, luego en Buenos Aires, hasta que finalmente decidió establecerse en la Madre de Ciudades.
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"Quería venir porque acá hay otras cosas que se le pueden ofrecer a un niño: educación, salud, calidad de vida", explica. Sus tres hijos aún están en Venezuela bajo el cuidado de sus abuelos. "Me impulsó el hecho de que llegara la Navidad y no poder comprarles lo que quería, y también el pasar hambre. Eso te lleva a tomar decisiones. Acá tengo la posibilidad de darles cosas que no podía antes".
Guillerlys mantiene contacto con sus hijos a través de videollamadas y agradece a la tecnología por permitirle estar presente en sus vidas, aunque sea a la distancia. "Ellos están bien. Mis hermanos también viven en Buenos Aires, y juntos aportamos para ayudar en la casa de mi mamá".
La moviliza la idea de regresar temporalmente a Venezuela este diciembre para celebrar los 15 años de su hija, pero la situación política la hace dudar. "No quiero correr el riesgo de llegar y que, por venir de Argentina, Maduro me meta presa. En Venezuela ahora mismo no hay estado de derecho. La gente es detenida y torturada".
Guillerlys describe con crudeza la realidad que enfrentan los venezolanos: "La Fuerza Armada Nacional, que debería cuidar a los ciudadanos, está de lleno con el gobierno. La gente ha salido a luchar, yo misma, al lado mío han caído estudiantes, ancianos y niños. La economía está devastada; el país se maneja en dólares, pero los sueldos son en bolívares. Las empresas han tenido que adaptarse, pero no es suficiente".
También lamenta las precarias condiciones de vida: "Hay lugares donde pasan 40 días sin agua, ocho horas sin luz. El transporte público no funciona bien y las niñas tienen solo dos días de clase a la semana porque los maestros no logran un ajuste salarial".
A pesar de los desafíos, Guillerlys valora la paz y estabilidad que encontró en Santiago del Estero. "Acá me tratan como una santiagueña más. Encontré tranquilidad y un empleo, pero me gustaría vivir en mi país, en mi casa, con mis hijos. Siempre les digo que hay que tener paciencia, que pronto estaremos juntos".
Guillerlys confía en que algún día Venezuela podrá reconstruirse, pero sabe que llevará tiempo. "Si ocurre lo que todos queremos, volveríamos a nuestro país para reconstruirlo. Venezuela tiene cosas hermosas: sus playas, su gente, su idiosincrasia", cuenta mientras viva su sueño de regresar.