La obesidad y la predisposición genética son factores clave en el desarrollo de la enfermedad en los animales de compañía: recomendaciones para mejorar su calidad de vida.
El aumento de los casos de obesidad no solo afecta a los seres humanos, sino también a los animales de compañía. Ese problema generó un aumento preocupante en la incidencia de diabetes en perros y gatos.
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La diabetes es una enfermedad crónica que afecta la producción y el uso adecuado de insulina, y tiene implicancias serias en la salud de los animales, ya que impacta en todos los sistemas de sus cuerpos.
Expertos de diferentes universidades han llamado la atención para que las personas que están a cargo del cuidado de los perros y los gatos puedan identificar signos del trastorno y consultar a profesionales de la veterinaria que pueden indicar un tratamiento adecuado. Los primeros síntomas pueden ser:
Aumento de la sed y la micción
Pérdida de peso
Cambios en el apetito y el comportamiento
Desde la Universidad Virginia Tech, Mark Freeman, profesor asociado clínico en el Hospital de Enseñanza Veterinaria en Blacksburg, Estados Unidos, sostuvo: “Desafortunadamente, debido al problema de obesidad humana, también tenemos un problema de obesidad en mascotas, y las mascotas con sobrepeso son tan propensas a la diabetes como las personas con sobrepeso”.
Además de los factores relacionados con el peso, Freeman destacó que “lamentablemente, parece haber un componente genético. Algunos gatos están genéticamente predispuestos. Los perros, menos probablemente”.
En tanto, Jacquie Rand, profesora emérita de salud animal en la Universidad de Queensland, Australia, señaló en un artículo en The Conversation que el diagnóstico de diabetes en una mascota puede resultar impactante para sus cuidadores.
La diabetes afecta aproximadamente al 1,5% de los perros y entre el 0,5 % y el 1 % de los gatos. Se estima que aproximadamente el 20 % de los animales de compañía diabéticos son sacrificados dentro del primer año tras recibir el diagnóstico, una decisión que refleja las complejidades asociadas con la enfermedad, tanto económicas como emocionales, mencionó la profesora.
Sin embargo, a pesar de estas dificultades, la diabetes en mascotas no es necesariamente una sentencia definitiva.
Rand mencionó que, con un manejo adecuado, los animales de compañía pueden disfrutar de una calidad de vida significativamente mejor. En el caso de los gatos, un tratamiento temprano y efectivo, incluso puede conducir a la remisión de la enfermedad.
Qué ocurre cuando se desarrolla diabetes en perros y gatos
La diabetes mellitus en perros y gatos se presenta en dos formas principales. La primera, conocida como diabetes tipo 1 o insulino-dependiente, ocurre cuando el sistema inmunológico del animal destruye las células beta del páncreas, responsables de producir insulina. Este tipo es el más común en los perros.
Por otro lado, la diabetes tipo 2, más frecuente en gatos, surge de una resistencia a la insulina, donde esta hormona no puede unirse correctamente a los receptores celulares, aunque el páncreas conserve su capacidad de producción.
Cuáles son los signos de la diabetes en las mascotas
Los signos de la enfermedad suelen aparecer lentamente a lo largo de semanas o meses: el aumento de la sed y la micción, el aumento del apetito y la pérdida de peso.
Sin embargo, algunos perros y hasta el 50% de los gatos con diabetes tienen menos apetito. La postura de los felinos diabéticos puede cambiar a una postura de pies planos y pueden perder la capacidad de saltar. Los perros diabéticos son propensos a las cataratas.
Qué se debe hacer cuando se detectan signos de diabetes
Se debe llevar al animal a la consulta veterinaria cuando se identifican signos de diabetes. El diagnóstico se realiza mediante la detección persistente de niveles elevados de glucosa en sangre y en orina.
Sin embargo, Rand indicó que, en gatos, el estrés de una visita al veterinario puede complicar el diagnóstico, lo que requiere pruebas adicionales o monitoreo en casa.
Para hacer un buen manejo de la diabetes, se necesita una combinación de alimentación específica adecuada, ejercicio y administración de insulina. Los perros suelen beneficiarse de una nutrición rica en fibra y carbohidratos complejos, mientras que los gatos necesitan una dieta alta en proteínas y baja en carbohidratos.
Freeman resaltó que algunas personas suelen preocuparse por el modo de administración de la insulina. Aclaró que las agujas son tan pequeñas que las mascotas ni siquiera se dan cuenta del pinchazo si se aplican mientras el animal come.
Rand subrayó, además, que el pilar del tratamiento es la insulina, disponible en versiones de acción corta, intermedia o prolongada: depende de las necesidades de cada animal.
En gatos, los inhibidores SGLT2 ofrecen una alternativa en etapas iniciales de la enfermedad, siempre que el animal aún produzca algo de insulina.