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Opinión y Actualidad

La corrupción se puede vencer

El testimonio de un joven congoleño, recordado por el Papa Francisco.

28/12/2024

Por Marco Gallo (*), en diario Clarín
La corrupción es un mal, un virus endémico que involucra a tantos países y ha producido muertes y lutos por sus secuelas nefastas apagando en muchos la indignación. Hoy las sociedades y la opinión pública, también por el hecho de una creciente impunidad, han bajado los brazos y aceptado casi como un hecho normal esta forma de enfermedad social. Retumban las palabras del salmo 13: “Dice el necio en su corazón: No hay Dios. Se han corrompido, hacen obras abominables; No hay quien haga el bien”.

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Quiero contar una historia que va en contra tendencia y nos abre a la esperanza. En Goma, ciudad de frontera de la conflictiva Región del Kivu en la República Democrática del Congo, cerca de Ruanda, ha vivido un joven de 26 años, Floribert Bwana Chui, que ha resistido al mal de la corrupción, en un país donde este fenómeno es normal por la presencia de enormes riquezas naturales, manejadas por grupos armados y poderes criminales ocultos. Floribert ha pagado con su vida la resistencia al mal.

Unos días atrás, el Papa Francisco ha firmado el decreto de reconocimiento del martirio en odio a la fe de este joven congoleño, que abre el camino a su beatificación. Floribert formaba parte de la Comunidad de Sant‘Egidio y con ella había conocido la dura y sufrida vida de los niños de la calle, para los que soñaba un futuro distinto para sus vidas. Amigo de los pobres y amante de la Palabra de Dios, a sus amigos les decía con gran sencillez: “cuando tienes algún problema, cuando estás triste y preocupado, lee una página del Evangelio y te dará tranquilidad y alegría”.

A pesar de los consejos familiares para trasladarse a la ciudad capital de Kinshasa por considerarla más segura, Foribert decide permanecer en Goma. Allí consigue un buen puesto en la Aduana, lugar donde normalmente, por sumas importantes de dólares, se hacían pasar armas, comida en mal estado, todo tipo de contrabando. El espíritu evangélico del joven Floribert choca con la orden de autorizar el ingreso de una importante carga de arroz en mal estado. El joven piensa en su pueblo, en los niños que él servía y cuidaba y a pesar que le ofrecieron hasta 3.000 dólares como coima, no solo rechaza la oferta sino que responde con firmeza: “Nunca me obligarán a esto, prefiero la muerte”.

Floribert, unos días después del rechazo, es secuestrado y luego torturado y asesinado, con una violencia terrible; le quitan todos sus dientes, son visibles las marcas de quemadura de una plancha en los genitales y luego es estrangulado. Tiene que ser una muerte simbólica, para que nadie más se atreva a hacer lo que hizo Floribert.

En uno de los bolsillos de los pantalones encuentran un pequeño libro del Evangelio, signo de su apego a la palabra del Señor y que fue asesinado por odio a la fe. Hoy la tumba de Floribert es meta de peregrinación de muchos jóvenes. Su vida, su ejemplo, continúa hablando, no lo han callado, es posible detener la cultura del miedo. Hay una revolución moral que puede vencer la corrupción. No todo está perdido.

(*) Comunidad de Sant'Egidia. Director Cátedra Pontificia UCA.