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Un estudio reveló que uno de cada 44 niños tiene TEA: “Estamos enfrentando un gran problema"

Si bien las señales de un posible problema pueden ser detectables a muy temprana edad, hoy se diagnostica recién cerca de los 3 años de vida.

13/12/2024

El Trastorno del Espectro Autista (TEA) es una afección relacionada con el desarrollo del cerebro que afecta la manera en la que una persona percibe y socializa con otros, lo que causa problemas en la interacción social en la escuela y en otros ámbitos además de ocasionar inconvenientes en la comunicación. En la actualidad, uno de cada 44 niños tiene TEA, según señaló Alessio Fasano, médico, gastroenterólogo pediátrico e investigador italiano.

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Fasano, quien es profesor de pediatría en la Escuela de Medicina de Harvard y profesor de nutrición en Harvard T.H. Chan School of Public Health, ambas en Boston, señaló: “Estamos enfrentando un gran problema: el aumento del autismo. Tenemos que ser conscientes de la importancia del Microbioma y de cómo la comunicación entre el intestino y el cerebro puede impactar en la salud digestiva. Así tenemos la obligación moral de ayudar a los niños y niñas que padezcan una alteración en esta comunicación”.

Durante una conferencia que brindó en la Biblioteca de la Academia Nacional de Medicina de Buenos Aires, ante más de 200 profesionales de la salud, estudiantes universitarios y público en general e invitado por la Asociación Civil Autismo y Neurodesarrollo Argentina (ACAYNA), Fasano desarrolló los temas “El paradigma del autismo”, triangulación de la permeabilidad intestinal, el microbioma y la respuesta inmune que conduce a la inflamación crónica.

“Durante dos millones de años de evolución, los humanos enfermaban y morían por infecciones. Investigamos las causas, vimos cómo se transmitían, desarrollamos herramientas para tratarlas como vacunas, antibióticos, limpieza del agua, etc. Todo esto tuvo un impacto significativo en el desarrollo humano y se produjo una caída drástica de estas infecciones”, dijo y añadió que muchas de esas enfermedades desaparecieron y que las enfermedades no transmisibles (ENT) también conocidas como enfermedades crónicas, fueron las que ocuparon ese lugar. “Suelen ser de larga duración y son el resultado de una combinación de factores genéticos, fisiológicos, ambientales y de comportamiento”, añadió.

Fasano explicó que los trastornos de neurodesarrollo, el párkinson, el cáncer, el alzhéimer, son las enfermedades de hoy. Ahora, las personas no mueren por infecciones agudas rápidamente, pero si lentamente por estas enfermedades. En esto, tienen mucho que ver nuestra genética y el tipo de vida que llevamos. No se llega a esto automáticamente, es algo transgeneracional.

Al hablar sobre la comunicación existente entre el cerebro y el intestino, dijo que ambos están influenciados por el microbioma y todo lo que este transmite para que la relación entre estos dos órganos funcione, para bien o para mal. La microbiota está conformada por las bacterias presentes en la piel, el aparato digestivo y el aparato genital. El microbioma son los microorganismos que habitan un entorno específico, sus genes y el mundo que los rodea. Así, ante la presencia de un intestino con permeabilidad aumentada, el microbioma podría estar en comunicación con nuestros genes y modificarlos. “Esta, probablemente, sea la lección más importante para comprender y resolver enfermedades de la humanidad: que el microbioma puede comunicarse con nuestros genes y modificar lo que sea necesario, incluyendo la permeabilidad intestinal”, señaló.

Al ser consultado si esto aplica al autismo, indicó: “Sí, esto mantiene la idea de que hay una comunicación entre el cerebro y el intestino mediante la firme conexión de ese eje. Por ejemplo: cuando estamos estresados y tenemos una indigestión, el intestino también se comunica con el cerebro a través de neurotrasmisores nutrientes, microorganismos, probióticos, ácidos y otros. La microbiota se comunica por el sistema nervioso, la vía endocrina y la tercera vía, que es el flujo sanguíneo que genera todas las emociones que tienen que ver con la ansiedad, la depresión, entre otras, y repercuten en el intestino”

La microbiota en niños con autismo tiende a estar alterada, tienen el intestino más permeable y con mayor presencia de zonulina, que es una proteína que regula la permeabilidad de las uniones entre las células del intestino y que muestra mayor su presencia en estos niños. Fasano manifestó que tener un familiar con autismo es un trabajo de tiempo completo, todo en la familia gira alrededor de ese niño ya que, en este caso particular, muchos factores afectan la permeabilidad del intestino: como se alimenta, la calidad de la leche materna, el ambiente que lo rodea, el estilo de vida occidental que aumenta las enfermedades inflamatorias crónicas. La nutrición actual es inadecuada, en términos generales, para todos.

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