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Hugo Moyano confirmó que Camioneros seguirá en la CGT y busca reemplazo para su hijo Pablo

Se lo expresó a un líder del sector dialoguista, tras reiterar su rechazo al paro general que impulsaba el renunciante cotitular cegetista. Aún no está definido quien conformará el triunvirato.

24/11/2024

Hugo Moyano confirmó que el Sindicato de Camioneros seguirá en la CGT pese a la renuncia de su hijo Pablo e insistió en que no comparte su decisión de impulsar un nuevo paro general contra el gobierno de Javier Milei. Así se lo dijo el líder sindical a una de las principales figuras del sector dialoguista de la CGT, en una charla que tuvieron este sábado para revertir el clima de crisis en que quedó envuelto el sindicalismo por el alejamiento de Pablo Moyano de la central obrera.

El jefe de Camioneros, además, le aseguró que esta semana definirá al reemplazante de Pablo en el triunvirato de la CGT y le dio a entender que el elegido finalmente no sería ninguno de los que trascendieron en las últimas horas: es decir, no designaría a Omar Pérez, secretario de Políticas de Transporte del sindicato, ni tampoco a “Huguito” Moyano, otro de los hijos del líder gremial, que es abogado laboralista y secretario de Coordinación de Asuntos Jurídicos de la federación camionera.

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Uno de los nombres que circulan ahora es el de Jorge Taboada, secretario adjunto de la Federación Nacional de Trabajadores Camioneros. Este dirigente lidera el gremio en Chubut y fue diputado nacional entre 2015 y 2019 por el partido Chubut Somos Todos, fundado por Mario Das Neves. En junio de 2023, bajó su precandidatura a diputado nacional por la alianza Unión por la Patria que iba a competir en las PASO para permitir la unidad del espacio detrás de la postulación de José Glinski.


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Taboada, curiosamente, fue designado por Hugo Moyano en diciembre de 2021 como su adjunto en la federación en reemplazo de Pablo: fue la evidencia de la fuerte pelea entre padre e hijo por la crisis de la obra social de Camioneros, en donde el cotitular de la CGT criticaba el gerenciamiento de esa entidad de salud por parte de la empresa IARAI, cuya dueña es Liliana Zulet, esposa de Hugo Moyano.

En la interna camionera, hasta ese momento, Hugo y Pablo formaban una sociedad indestructible. Manejaban el sindicato y la federación, e incluso se complementaban en las negociaciones con funcionarios y empresarios: mientras el hijo era el dirigente duro de carácter irascible y que llevaba las tratativas hasta el límite, su padre jugaba el rol de componedor que, aun en su firmeza, evitaba las rupturas. Dicen que algo comenzó a resquebrajarse en esa dinámica sindical-familiar cuando irrumpió el COVID-19. Hugo Moyano se aisló por el temor a contagiarse (tenía 77 años y enfermedades preexistentes), mientras que Pablo tomó un fuerte protagonismo en el gremio.


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Pero el liderazgo del hijo mayor de Moyano causó algunos problemas: en julio de 2020, el bloqueo del Sindicato de Camioneros al centro de distribución de Mercado Libre en La Matanza aportó un cortocircuito en la relación entre el gobierno de Alberto Fernández y una de las empresas más importantes de la Argentina. La protesta fue dispuesta por el hijo sin el total consentimiento de su papá. Y se logró una tregua sólo luego de que Hugo Moyano marginó a Pablo de las negociaciones oficiales para solucionar el conflicto, que quedaron en manos de otro de sus hijos, “Huguito” Moyano, el abogado, y el secretario Gremial del Sindicaro de Camioneros, Marcelo Aparicio.

Lo mismo sucedió en febrero de 2021 cuando Pablo Moyano encabezó un bloqueo a la empresa Chazki, que trabaja para Mercado Libre, en el Parque Industrial Ader, de Villa Adelina. Hubo un pedido de Alberto Fernández a Moyano para que pacificara la relación con la compañía de Marcos Galperin: la protesta sindical interfería en su vínculo con todos los empresarios.


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El hijo de Moyano volvió a instalar el mismo escenario, un mes después, en un depósito de los supermercados Walmart (hoy, ChangoMás), con un bloqueo realizado en reclamo de echar, indemnizar y volver a contratar personal que ya estaba trabajando (conocida como la polémica “Ley Moyano”). En las negociaciones finales, en la cartera laboral, Hugo Moyano se mostró más conciliador, pero Pablo se retiró de la mesa y Francisco De Narváez, el dueño de la empresa, dio por terminadas las conversaciones. En la foto final del acuerdo no estuvo el hijo de Moyano.

Cuando terminó la pandemia, las tensiones entre padre e hijo se mantuvieron e incluso se acrecentaron. Hugo Moyano era amigo de Alberto Fernández y Pablo, un crítico del entonces presidente y con vinculaciones estrechas con Cristina Kirchner y su hijo Máximo. Como fruto de esas diferencias, a mediados de 2023, cada uno apostó por candidatos presidenciales distintos ante las PASO del peronismo: Hugo fue el primer precandidato a diputado nacional bonaerense de Daniel Scioli, mientras Pablo se mostraba en las fotos con Eduardo “Wado” de Pedro, apoyado por Cristina Kirchner. Finalmente, de todas formas, los dos terminaron respaldando a Sergio Massa.

En junio de este año, la relación entre ambos volvió a tensarse: ante un reducido grupo de allegados, el líder del Sindicato de Camioneros se mostró inusualmente duro contra su hijo mayor, al que le recriminó haberse alineado con el kirchnerismo y la izquierda para impulsar la movilización ante el Congreso en contra de la Ley Bases, que envolvió otra vez a la CGT en aires de fractura.

Desde entonces, como aliado estratégico del sector dialoguista de la CGT, Hugo Moyano reemplazó a Pablo en varias reuniones sindicales cuando estaba en juego el prestigio de la sigla de Camioneros. El líder del sindicato nunca habló en público sobre sus diferencias con su hijo, pero dio señales claras. Por eso revivió su partido político, el Partido de la Cultura, la Educación y el Trabajo (CET), de reiterados traspiés electorales desde que fue creado en 2013, para disputarle espacios en el PJ al kirchnerismo y designó como nuevo titular de la agrupación a su hijo “Huguito”.

Para que no quedaran dudas de las diferencias familiares, a mediados de este año, mientras Pablo amagaba con romper la CGT por su convocatoria unilateral e inconsulta para movilizarse contra el Gobierno ante el Congreso, “Huguito” posaba para las fotos en un acto con el secretario de Trabajo, Julio Cordero, en la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en Ginebra.

El mismo “Huguito” apareció de manera inesperada el jueves pasado como parte de una delegación de la CGT en una reunión tripartita con Cordero, luego de que Pablo había justificado su idea de un paro y movilización contra Milei y la mesa chica de la CGT desestimó una nueva protesta. Esa presencia de un Moyano en un encuentro con el Gobierno pareció una forma del titular de Camioneros de diferenciarse de Pablo y ratificar que, antes que un paro general, prefiere negociar.

Es justamente lo que volverá a hacer Hugo Moyano en estos días mientras analiza el nombre del sucesor de su hijo en la CGT: hace dos semanas, mandó una carta a las cámaras empresariales del sector para iniciar las negociaciones del nuevo aumento salarial que regirá desde noviembre.

Allí exigió “un incremento acorde a la inflación real para los próximos tres meses”, un bono anual de $650.000 y una “contribución extraordinaria” para la obra social. Las pymes del sector ya anticiparon que no podrán pagar esas sumas en medio de la crisis del transporte automotor de cargas. Lo que acuerde en estos días dará una pauta de la voluntad de adecuarse o no a la política salarial del Gobierno, que busca mejoras que no superen el 3% mensual, a tono con la inflación actual. Pero la señal de moderación que brindó desautorizando el paro que impulsa Pablo hace suponer que el líder de Camioneros no piensa en ir a la guerra contra Milei. No por ahora, al menos.

Hace 15 días, en una visita al Museo 17 de Octubre, en la Quinta de San Vicente, que fue su última aparición pública con Pablo, Hugo Moyano dijo: “Tenemos que dejar de ser un instrumento de presión para pasar a ser un instrumento de poder porque los trabajadores tenemos la necesidad de estar discutiendo los temas económicos con quien gobierna el país”. Para cumplir ese objetivo, su hijo rebelde era un obstáculo en la medida en que siguiera impulsando paros inconsultos desde la CGT.