De a poco, luego de 10 meses de perplejidad, el establishment se va habituando al estilo del Presidente; el empresariado y la CGT fueron los primeros en detectarlo, y en adaptarse.
Por Francisco Olivera, en diario La Nación
A pesar de que la noticia de que perderá la jubilación de privilegio logró descolocarla y hasta exasperarla como pocas veces, Cristina Kirchner tiene en la intimidad una opinión positiva de Javier Milei. Dicen que lo valora mucho más que a otros adversarios como, por ejemplo, Mauricio Macri. No por las medidas económicas, terreno en el que disiente casi siempre, pero sí por una destreza que le reconoce al Presidente como verdadero hallazgo: su capacidad para sorprender en la relación con aliados que manda sin escalas del afecto a la enemistad, para después reconciliarse con ellos. En el Instituto Patria hay incluso quienes la han oído celebrar los últimos desdenes a Macri.
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De todos modos, no bien leyó el anuncio sobre su jubilación, ella reaccionó públicamente mal. De modo visceral y con un léxico atípico. Esperaba la confirmación de su condena por administración fraudulenta, pero probablemente no que 24 horas después el Presidente no solo pretendiera quitarle ese ingreso de 21 millones de pesos, sino que la llevara a exponerse reclamándolo en un país con haberes mínimos que apenas cubren la canasta básica. “Pequeño dictadorzuelo”, lo definió en un comunicado.
Milei es así; ni avisa ni retrocede. De a poco, luego de diez meses de perplejidad, el establishment se va habituando al estilo. Los empresarios fueron, con la CGT, los primeros en detectarlo. Y en adaptarse. Medio a tientas, porque el líder libertario no suele reunirse a solas casi con ninguno de ellos. Y esa distancia deliberada en un ámbito que tampoco se rige por las reglas de la filantropía o la caridad le ha reportado al Presidente un respeto cuidadoso que recuerda bastante a los tiempos de Néstor Kirchner. Nadie quisiera quedar enemistado: si no se puede estar cerca de quien toma las decisiones tampoco tan lejos, parece ser la premisa de los empresarios, y es bastante probable que eso haya convencido en primer lugar a quienes han tenido enfrentamientos públicos con el Gobierno. Claudio Belocopitt, por ejemplo, uno de los presentes el miércoles en el lanzamiento de la Fundación El Faro, ese nuevo think tank con que, además de formar dirigentes, “las fuerzas del cielo” pretenden recaudar fondos para hacer política. Uno de los nexos con las empresas es Francisco Caputo, hermano de Santiago y presente en la periferia de dependencias sensibles como Trenes Argentinos o el Ministerio de Justicia.
Pocas horas después del acto, Milei posteó la foto del abrazo que se dio ahí con Luis Caputo, a quien llamó “crack”. La imagen es sugestiva porque incluye en segundo plano nada menos que a José Luis Manzano, uno de los hombres de negocios más identificados con Massa y que, sonriente, contempla la escena. ¿Coincidencia, o picardía de quien decidió difundirla?
Las habilidades que la dirigencia empieza a reconocerle a Milei parecen surgir de su carácter, no tanto de una estrategia. Aunque sus armadores políticos las aprovechen como insumos o herramientas. Más cuando, como Rodrigo Lugones o Santiago Caputo, conocen bien a la oposición, en parte por trabajos anteriores. “Alberto Fernández no lo supo escuchar a Rodrigo, se lo perdió”, dice con sorna un oficialista que no quiere a ninguno de los tres y que recuerda el pasado del consultor.
En el entorno de otro excliente, Raúl Jalil, recuerdan hasta esas oficinas instaladas arriba de la pinturería Prestigio, en Las Heras y Callao, donde llamaba la atención una biblioteca enorme y elegante. No tenía libros, sino una colección de un centenar de botellas de whisky de distintas partes del mundo. Joyas de la destilación de origen escocés, irlandés, japonés o americano que los anfitriones se encargaban de traer de cada freeshop del mundo.
Cabe entonces preguntarse si la idea de confrontar casi exclusivamente con Cristina Kirchner partió de ahí o de la espontaneidad del líder. ¿Apuestan a que ella sea candidata en la provincia de Buenos Aires y obture el crecimiento de Kicillof? ¿Qué rival sería más adecuado? Cuestiones para las que antes deberán ponerse de acuerdo Caputo y Sebastián Pareja, que no siempre coinciden.
Lo que está claro es que a Milei le conviene mantener vivo el recuerdo de quienes representan el fracaso económico. Aunque pueda acreditarse ya un logro propio: haber podido generar confianza. En el mercado, que lo cree capaz de cualquier cosa antes que vulnerar el equilibrio fiscal, y en su segmento de votantes, a quienes les basta con el cumplimiento de algunas promesas de la campaña. No todas, pero al menos dos muy relevantes: la inflación aflojó en tiempo record y contra los pronósticos, y casi no hay piquetes. Pocas, pero potentes.
Por eso tanto celo en que se sigan cumpliendo. Milei se juega mucho en cada IPC. Lo sabe y por eso se encargó personalmente de advertirle a Marco Lavagna que no modificara este año sustancialmente la fórmula de medirlo, algo que el Indec tenía previsto hacer para adecuar la canasta a los nuevos patrones de consumo. ¿Y si la oportunidad del cambio pone en duda el dato? “No quiero que me arruine un logro”, lo oyeron decir.
Cuánto tiempo durará este envión favorable es lo que se pregunta todo el peronismo. Massa, por ejemplo, proyecta problemas para marzo. Otra vez las energías de Piscis. En el Instituto Patria son menos agoreros: mayo o junio. Dependerá seguramente de múltiples factores. Entre ellos, algún imponderable o, más importante, cómo reacciona al respecto Milei. No hay que descartar nada porque hay áreas sensibles de la administración de las que el Presidente ha decidido desentenderse. Es lo que le preocupa a Macri. ¿El choque de trenes del 10 de mayo fue una advertencia? El Gobierno declaró días después la emergencia ferroviaria, pero los fondos siguen sin liberarse.
Hay en cambio rincones del poder menos expuestos y en los que cualquier desprolijidad, salvo que falle la macro, quedará siempre en un segundo plano. En la ex-AFIP, por ejemplo, donde el Gobierno se aferró a estructuras existentes para desplazar a funcionarios massistas y donde persisten antiguas facciones que se disputan el poder. Lo viejo contra lo viejo. Anteayer, la Aduana hizo un operativo sorpresa en el aeropuerto de Ezeiza y detectó mercadería fraudulenta acumulada desde hace meses y valuada en 600 millones de pesos. Quién encabezó el operativo fue Juan Manuel Francia, flamante subdirector de Control Aduanero, que era hasta hace veinte días director de Fiscalización y Operativa Aduanera de Ezeiza. Es decir, Francia auditó la gestión de Francia.
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Internas que surgen en tiempos de oposición débil. Justo con Milei, que tiene minoría en ambas cámaras. Nadie lo vio venir. La estrategia del Gobierno es mantener la iniciativa encabezando siempre la discusión pública. La premisa es “un hito por semana”. Puede ser la jubilación de Cristina Kirchner o, como ayer, la remoción de un busto de Néstor de las oficinas de la Anses. “Si no hacés eso, te quedás sin discurso”, dijeron en La Libertad Avanza.
Imposible que estos desvelos no le sean familiares a la expresidenta. Fueron también los suyos. Sabrá entender.