Los modelos que recomendó la Armada. Las Fuerzas Armadas no tienen ninguno de estos vehículos en funcionamiento tras el hundimiento del ARA San Juan.
En el marco de la estrategia de poner en valor a las Fuerzas Armadas y comenzar a darles un papel más relevante a nivel regional, el Gobierno analiza la compra de materiales para la construcción de un submarino, o la adquisición de uno nuevo, uno de los antiguos reclamos por parte del sector militar, que no cuenta con un navío de estas características desde el trágico hundimiento del ARA San Juan.
De acuerdo con lo que precisaron a Infobae fuentes del Ministerio de Defensa, que encabeza Luis Petri, si bien todavía no hay una decisión política de avanzar con ese proceso, las autoridades nacionales sí están viendo las ofertas disponibles en el mercado.
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En este sentido, la Armada, organismo que operaría en mayor medida el sumergible, elaboró un informe a pedido de Poder Ejecutivo, en el que precisó las características que debería tener el aparato, según las necesidades actuales y futuras de la Argentina.
A partir de ese estudio, esa fuerza, liderada por el vicealmirante Carlos María Allievi, recomendó dos modelos específicos de submarinos: el Scorpène, elaborado por el astillero francés Naval Group, y el Thyssen clase 209 nueva generación, construido por el consorcio Howaldtswerke Deutsche Werft (HDW) en Kiel, Alemania.
El primero de ellos es un diseño líder en el comercio internacional y es utilizado por las principales potencias de Latinoamérica, como Chile y Brasil, y tiene importantes prestaciones, como una velocidad sumergido de 20 nudos, una profundidad de buceo de 300 metros, una autonomía de 78 días y hasta 12 si permanece debajo del agua.
Además, el desplazamiento en superficie es de entre 1.600 y 2.000 toneladas, su longitud es de 72 metros, puede transportar a una tripulación de hasta 31 personas y tiene 18 elementos armamentísticos, entre torpedos y misiles.
En tanto, el sistema de gestión de combate que utiliza es el Subtics, diseñado también por Naval Group y que incorpora la inteligencia artificial, y la disponibilidad operativa en el mar es de hasta 240 días por año.
En cuanto al Thyssen 209, es un navío de propulsión diésel-eléctrica, como el anterior, y según se detalla en la página oficial de HDW, “cubren una gran variedad de perfiles de misión que incluyen negación y control del mar, vigilancia y recopilación de información, así como tareas de operaciones especiales”.
De acuerdo con la empresa, se trata del submarino no nuclear “más vendido en el mundo occidental”, lo que les permitió ir mejorando tanto la estructura del mismo como su sistema de defensa, a partir de las necesidades que les fueron transmitiendo sus clientes.
En cuanto a las especificaciones técnicas, tiene una longitud aproximada de 62 metros, un desplazamiento en superficie de 1.450 toneladas, ocho tubos de armas, una altura de unos 12,5 metros y puede ser ocupado por una tripulación de hasta 30 personas.
Si bien una de las alternativas es adquirir todos los materiales para poder construir uno de estos submarinos en la Argentina, importantes figuras de las Fuerzas Armadas explicaron que estos barcos se suelen comprar nuevos, o con muy poco uso, debido a la complejidad para su fabricación, aunque su precio es elevado y suele oscilar los 500 millones de dólares.
A partir del hundimiento del ARA San Juan, en noviembre del 2017, la Armada se quedó sin sumergibles en actividad, ya que su gemelo, el ARA Santa Cruz, se encuentra desde hace años desarmado en el astillero Tandanor y sin posibilidad de ser reparado.
El único navío con el que cuenta actualmente es el ARA Salta, que emergió sorpresivamente en Mar del Plata en 2014, pero es tan antiguo que solamente puede utilizarse para prácticas y adiestramiento del cuerpo militar de buzos, pero no puede navegar.