El término “tóxico” se popularizó en el año 2010 por el psicólogo Bernardo Stamateas a través de su libro titulado “Gente Tóxica”. En su investigación, describe rasgos y características de una persona tóxica.
En la actualidad, ser “tóxico” se volvió una palabra de uso diario, incluso un término temido para muchos. Evitarlo y anticiparse es cuestión de información y atención, ya que la toxicidad está determinada por un patrón de comportamiento. La sexóloga Laura Enríquez (MN: 24.918) brinda algunos indicios de cómo detectarlo.
El término “tóxico” se popularizó en el año 2010 por el psicólogo Bernardo Stamateas a través de su libro titulado “Gente Tóxica”. En su investigación, describe rasgos y características de una persona tóxica.
Sin embargo, con el tiempo el término fue modificándose. Actualmente, la sexóloga Laura Enríquez informa que, en realidad, no existen las personas tóxicas: “La ‘toxicidad’ es un término útil para describir a las relaciones, las personas no son ‘tóxicas’ en sí mismas”.
Un “vínculo tóxico” es una relación con impacto negativo en las personas involucradas: “Son comportamientos, gestos y dinámicas que afectan el bienestar emocional, mental y/o físico”.
Para evitar entrar a este tipo de relación se requiere de autoconocimiento: “Hay que establecer límites claros y prestar atención a aquellas conductas que se sienten como falta de respeto, desvalorización, control, manipulación, falta de empatía, celos e inconsistencia emocional”.
Salir de una relación “tóxica” es un proceso difícil, pero necesario para restablecer nuestro bienestar emocional y psicológico: “Primero, hay que reconocer que estás en una relación no saludable. Después, clave, es pedir ayuda a amigos, familiares o un profesional. Esto da nuevas perspectivas y el respaldo emocional necesario”.
La toxicidad se identifica por patrones de comportamiento que suelen ser dañinos o no saludables emocionalmente. Con la información y atención correcta se puede evitar involucrarse o reconocer un vínculo “tóxico”.
Las cinco conductas más predominantes son:
La clave de un vínculo saludable está en el respeto mutuo, la comunicación honesta, la confianza y el apoyo. “Es un espacio donde todas las partes involucradas en la relación pueden crecer, expresarse libremente y sentirse valoradas”.