La falta de orientación sobre inteligencia artificial y la carencia de acceso universal a internet contribuyen a una urgencia de reformular distintos aspectos en la educación tecnológica.
Por Cecilia Losano, en diario Ámbito
La educación atraviesa un período de profunda transformación. Las prácticas tradicionales se muestran insuficientes frente a los desafíos que plantea el mundo contemporáneo en el que las demandas sociales, laborales y tecnológicas exigen una respuesta renovada.
Un estudio de la UNESCO realizado en 2023 evidenció una preocupante brecha en la integración de nuevas tecnologías, como la Inteligencia Artificial, en el sistema educativo global. Menos del 10% de las instituciones educativas en el mundo cuentan con orientaciones formales sobre IA, lo que subraya la urgencia de reformular las políticas educativas.
Además, junto a esta brecha tecnológica, persiste un desafío clave: la falta de acceso universal a internet. Aunque la conectividad ha mejorado en los últimos años, sigue siendo insuficiente. Según el Informe Nacional de Indicadores Educativos de 2021, el acceso a internet en el nivel inicial aumentó del 62% en 2019 al 69% en 2020; en primaria, del 68% al 73%; en secundaria, del 68% al 73%; y en educación superior, del 85% al 87%.
Por ello, generar experiencias de aprendizaje significativas que no solo inspiren a quienes integran el ecosistema educativo, sino que también contribuyan de manera sustancial a la transformación social es fundamental. De esta forma, la innovación se posiciona como el pilar fundamental de un "reset" educativo y la principal vía de adaptación a las actuales demandas.
Esta transformación requiere la adopción de un enfoque experimental y participativo. Innovar en educación supone la incorporación de tecnologías emergentes y también un rediseño profundo de los métodos de enseñanza y aprendizaje, donde el foco esté puesto en fomentar la creatividad, la adaptabilidad y el pensamiento crítico, habilidades imprescindibles para todas las profesiones del futuro y las que están mutando.
Sin embargo, se necesita una preparación cuidadosa y no es un desafío exclusivo de Argentina, sino de toda Latinoamérica. La región enfrenta retos similares en términos de acceso equitativo a la educación, herramientas y preparación para un mercado laboral en constante evolución. La colaboración y el intercambio de buenas prácticas entre países son cruciales para nutrir un enfoque común que permita superar las barreras y construir un futuro inclusivo.
La educación del futuro debe ser inclusiva y accesible, democratizando el acceso al conocimiento, otorgando a las nuevas generaciones las competencias necesarias y desarrollando habilidades para la vida. La clave para superar estos desafíos radica en un enfoque colaborativo.
Educadores, líderes académicos y tomadores de decisiones deben unirse para compartir experiencias y ejemplos que hayan demostrado ser efectivos. Este enfoque colectivo es lo que permitirá construir un nuevo paradigma, uno que esté a la altura de los tiempos y que prepare a los estudiantes para ser agentes de cambio en sus comunidades.
Visto de este modo, la innovación educativa es mucho más que una respuesta a las demandas actuales. Es la base sobre la cual es posible construir un sistema que no solo se adapte al presente, sino que también esté preparado para el futuro. Únicamente a través de un esfuerzo conjunto y coordinado entre todos los actores del ecosistema educativo, podremos garantizar un futuro seguro y saludable para nuestras próximas generaciones.