La candidatura de Donald Trump para un segundo mandato representa una grave amenaza para la democracia estadounidense.
Editorial The New York Times
Biden, en lugar de hacer campaña vigorosamente para refutar las dudas y demostrar que puede vencer a Trump, ha mantenido un cronograma guionizado y controlado de apariciones públicas. En gran medida ha evitado responder preguntas de votantes o periodistas, el tipo de interacciones que revelan sus limitaciones y le causaron tantos problemas en el escenario del debate.
El presidente, elegido en 2020 como antídoto a la mala conducta y la mendacidad de Trump, ahora está tratando de desafiar la realidad. Durante más de un año, los votantes han dejado incuestionablemente claro en encuestas y entrevistas que albergan dudas significativas sobre su aptitud física y mental para el cargo. Biden ha hecho caso omiso de las preocupaciones de esos votantes y ha puesto al país en un riesgo significativo al seguir insistiendo en que es el mejor demócrata para derrotar a Trump. La elección presidencial no es una contienda entre dos hombres ni entre dos partidos políticos. Es una batalla por quiénes somos como nación. El presidente Biden comprende claramente lo que está en juego, pero parece haber perdido la noción de su papel en este drama nacional. No parece entender que ahora él es el problema y que la mejor esperanza para los demócratas de conservar la Casa Blanca es que él se haga a un lado.