Stéphane Brizé firma este drama romántico ideal para devotos del melodrama exento de pomposidad, magistralmente interpretado por Guillaume Canet y Alba Rohrwacher.
Por Jordi Batlle Caminal
Para Fotogramas
Esta es una historia de reencuentro amoroso muy sencilla contada con equivalente sencillez y mucha calma. Su primera parte es una delicadísima sucesión de tiempos muertos en torno a la estancia y visible aburrimiento del protagonista en un aséptico hotel de reposo, donde Stéphane Brizé demuestra tener buenas dotes para la observación, incluso con presencia del humor: Canet peleándose con una cafetera ultrasofisticada, como un 'Monsieur' Hulot del nuevo milenio.
A la media hora, Canet cita a su exnovia Rohrwacher y alrededor de la mesa de un restaurante, en una extraordinaria escena de más de 10 minutos de duración dialogada con una naturalidad inusual, toda la complejidad de estos dos personajes a la deriva, que ya han rehecho (malamente) sus vidas, sale a la luz. Seguirán otras secuencias compartidas, paseos por la playa, encuentros en los que renace la llama del amor, etc. Apoyado en la química perfecta entre Rohrwacher y Canet, Brizé, probablemente en su mejor trabajo hasta la fecha, nos ofrece una 'love story' teñida de melancolía, elegancia, contención dramática y ritmo pausado.
Para devotos del melodrama sentimental exento de golpes bajos dramáticos o pomposidad.