“Me dijeron que quizás el Pomberito se lo llevó”, dijo Catalina, abuela de Loan, cuando le consultaron acerca del paradero de su nieto.
La señora de 87 años lo dijo con firmeza y convencida de que esa fuera una posibilidad. Se trata de una criatura de la cultura guaraní que vive en zonas rurales y, aunque es considerado un cuidador de la naturaleza, también es conocido por tener un deseo sexual incontrolable con las mujeres y por cometer venganzas familiares si no se le brinda el debido respeto.
La apariencia de este personaje es más bien rústica: es un hombre de estatura pequeña que tiene una barba larga y tez negra, y tiene sus pies al revés y cubiertos de pelo. Casi siempre se lo representa con un gran sombrero de paja.
Su leyenda es especialmente conocida en Paraguay, el norte de Argentina, el sur de Brasil, el sur de Bolivia y hasta el norte de Uruguay. Y aunque las historias a su alrededor varían de una región a la otra, sus principales características son similares en los relatos de todas las comunidades.
Una de estas es que el Pomberito es un ser nocturno que solo sale de noche. De acuerdo a la tradición, esto se debe a que es el momento del día en el que se siente más seguro. La oscuridad le brinda protección, por eso algunas de sus versiones lo identifican como una criatura vestida totalmente de negro.
Según la creencia, este ser suele dormir en hornos abandonados y taperas y se lo considera un ser amistoso si se le deja ofrendas por la noche, como miel o caña, que son sus favoritas. Su presencia, en general, se asocia con un distante silbido: cuando suena, significa que el Pomberito puede estar dando vueltas por la zona.
En este sentido, su principal rol es el de cuidar la naturaleza y a los animales salvajes. También es protector de aves. Por este motivo es que a través de esta figura se transmiten valores como el respeto por el medioambiente y la importancia de vivir en armonía con el entorno natural.
La gente del campo suele pedirle favores, como que crezcan sus cultivos en abundancia o que cuide a los animales de corral. Sin embargo, después de hacerle la petición, es una obligación que se le realice una ofrenda todas las noches durante 30 días. Si esto no se cumple, entonces el Pomberito puede convertirse en un enemigo.
Si esto sucede, la criatura desquita su furia haciendo maldades, tanto en el hogar de quien no cumplió con la ofrenda como en su entorno familiar. En el primer caso, según el mito, el personaje puede provocar accidentes extraños dentro de las casas, como por ejemplo que se cierren solas las puertas, o caigan utensilios de la cocina misteriosamente. Quienes han estado enemistados con él, dicen haber escuchado pasos por las noches y voces en los alrededores de la casa.
El bosque es su otro lugar de venganza: allí el Pomberito expondrá a innumerables peligros a la persona con la que esté enojado o a cualquiera de su entorno. Las adversidades las provoca él mismo con engaños. Intenta desorientar a sus víctimas y extraviarlas en la espesura.
En el mismo escenario es donde comete otra de las acciones más oscuras que se le adjudican, que es el abuso a mujeres. Es que este personaje también es conocido por tener un fuerte e incontrolable deseo sexual hacia el sexo femenino, en particular con las embarazadas. Por otro lado, es común en ciertas regiones rurales explicar embarazos insospechados por su actividad.
Fuente: Infobae