Bruno Bussanich era padre de un nene de dos años y trabajaba en una estación de servicio cuando fue baleado en una pequeña oficina del establecimiento.
Los peritos de la División Científica de la Policía de Investigaciones de Santa Fe que llegaron pasada la medianoche a la escena del crimen de Bruno Nicolás Bussanich, el playero de 25 años asesinado por sicarios en una estación de servicio Puma de Rosario, revisaron las prendas de vestir de la víctima. Hurgaron en sus bolsillos y encontraron una billetera con documentos personales y 38.560 pesos. Por si no quedaba claro con la nota amenazante dejada cerca del cuerpo, el hallazgo de dinero descarta de pleno al robo como móvil, indicaron fuentes del caso a Infobae.
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Mientras los agentes levantaban tres vainas servidas 9 mm, secuestraban un celular, analizaban las cámaras de seguridad que registraron el homicidio y peritaban con reactivo magnético la nota (con resultado negativo); un llamado alertó sobre un Fiat Duna que se prendía fuego en la calle Furlong. Cuando llegaron, estaba totalmente incinerado y, al lado, encontraron una botella plástica que contenía “aparente combustible”. No encontraron, hasta el momento, huellas dactilares. De todos modos, incautaron por orden del fiscal de homicidios Adrián Spelta el contenedor de plástico.
Sucede que el vehículo, sería el mismo en el que se trasladaba el hombre que ejecutó a Bussanich y un cómplice, según la descripción de vecinos y el registro en video del crimen.
El joven de 25 años era padre de un nene de dos años, e hincha de Rosario Central, atendía al público y este sábado estaba de turno en los surtidores de la estación ubicada sobre la calle Mendoza. Pese a que contaba con empleo, según su usuario de LinkedIn, estaba en búsqueda de un trabajo más acorde a sus expectativas como técnico de mantenimiento, técnico electromecánico, oficial técnico o analista de calidad.
Aunque su único empleo en blanco lo cumplió como telemarketer en una empresa de call center, a su corta edad ya contaba con experiencia en el rubro: trabajó en una gomería por dos años y medio, en un lubricentro por un año y fue auxiliar mecánico en un taller de maquinarias.
Bussanich, que asistió a la EETP Nº 466 (Ex Escuela Técnica N° 4), consideraba que tenía aptitudes como líder y negociador. También se veía asimismo capaz de gestionar y motivar equipos. “Estoy preparado para realizar todo tipo de tareas del área técnica, esto abarca desde interpretar y/o realizar planos, hasta utilizar un torno o una fresadora (computarizados o no) Me gusta el trabajo en equipo, mi objetivo es adquirir experiencia para formarme como profesional”, se presentaba en la red social.
Por estas horas, los investigadores sospechan que el crimen del joven playero podría estar vinculado a los asesinatos de los taxistas Diego Alejandro Celentano y Héctor Raúl Figueroa fueron asesinados a balazos el martes y el miércoles; y al ataque a balazos contra el chofer de trolebús Marcos Iván Daloia, que continúa internado en grave estado. El objetivo de ambos hechos sería generar conmoción, en reprimenda por las requisas al estilo Bukele en las cárceles de la provincia de Santa Fe y las rígidas medidas que tomó el gobernador Maximiliano Pullaro con las visitas de los presos de alto perfil.
Esta hipótesis creció durante las últimas horas tras el homicidio de Bussanich debido al mensaje mafioso, escrito en birome, sobre una hoja rajada escolar. “Esta guerra no es por el territorio, es contra Pullaro y (Pablo) Cococcioni”, comienza diciendo la nueva amenaza del crimen organizado contra el gobernador y su ministro de seguridad y continúa: “Así como nosotros llegamos a 300 muertos, estando unidos vamos a matar a más inocentes por año”.
El sábado, además, apareció un cartel en la Autopista y Circunvalación con más amedrentamientos contra la gestión provincial. “Pullaro y Cococcioni se metieron con nuestros familiares. Va haber muerte a inocentes. Taxistas, colectiveros, basureros y comerciantes”, anunciaba el mensaje.