Se trata de Marcelo Papandrea, quien había sido designado en diciembre; el vicepresidente de la sociedad, Oscar Ferrari, quedará al mando hasta que el directorio nombre a otro número uno.
Las aguas no están calmas en aquel terruño que cobijó a Malena Galmarini durante los últimos cuatro años. Agua y Saneamientos Argentinos (AySA), la empresa que comandó la excandidata a intendenta de Tigre, se quedó sin presidente. Y la mala noticia para la esposa de Sergio Massa es que el desplazado era un hombre que le permitía, hasta ahora, mantener una suerte de mandato en las sombras de la compañía que le presta el servicio de agua potable y desagües cloacales a más de 14 millones de habitantes de la Ciudad y 26 partidos de la provincia de Buenos Aires.
Marcelo Papandrea, de él se trata, fue apartado en la mañana de hoy. La noticia fue confirmada por fuentes de la Casa Rosada. “Motivos personales”, fue la escueta respuesta a la hora de contestar acerca de las razones de la decisión.
La fórmula que se usa para maquillar la salida de un funcionario es siempre la misma, algo así como una opción incolora, inodora e insípida. Pero los verdaderos motivos se esconden siempre en los pliegues de la gestión. Según varias fuentes, la llegada de Papandrea tenía el visto bueno de la pareja tigrense. “Que vaya alguien que no persiga a Malena”, le habría pedido el exministro de Economía al presidente Javier Milei, según consignó Carlos Pagni en LA NACION. De aquella gestión surgió el nombre. El 21 de diciembre, se reunió el directorio (AySA es una sociedad anónima) y nombró a los nuevos integrantes. Oscar Ferrari fue nombrado vicepresidente, mientras que en el directorio se anotaron Mauricio González Botto, secretario de Empresas y Sociedades del Estado, de la Jefatura de Gabinete, y el subsecretario de esta misma área, Patricio Jaccoud. En representación de las acciones clase B de los trabajadores asumió el inoxidable José Luis Lingeri, secretario general del gremio.
Así empezó la gestión. Pero, a poco de andar, en el directorio empezaron a comprender que Galmarini mantenía una enorme ascendencia en el presidente, por no decir total y absoluta. El staff de funcionarios que acompañó a la expresidenta de la firma se mantuvo. Papandrea no removió a ninguno, más allá de que jamás miró para atrás.
Una anécdota puede ilustrar. Uno de los secretarios más cercanos a la gestión anterior mantenía, además del cargo y el sueldo, un auto de la empresa y el servicio de teléfono celular pago. Alguien quiso cortarle estos privilegios. Pasaron horas y del otro lado del teléfono tronó una voz similar a la de Galmarini. En pocas horas, regresaron ambos beneficios.
Otro tema que llamó la atención es el cambio del auditor en septiembre de 2023. En ese momento vencía el mandato de Martín Ameglio, un histórico funcionario que pasó por la gestión de Mauricio Macri y se mantuvo tres años y medio en la de Alberto Fernández en la Casa Rosada. Pero, a poco de marcharse, cuando Milei ya era ganador de las PASO, venció su tiempo y decidieron su reemplazo. Entonces, asumió Sebastián Cabiati, hasta entonces subgerente de Control de Transferencias de Fondos Nacionales de la Auditoría General de la Nación. El hombre es cercano a varios diputados que coinciden con Massa. Casualidades sanitarias.
Estos días, el pedido concreto que le llegó a Papandrea habría sido remover aquella estructura. Y entonces florecieron los “motivos personales” y se decidió la salida del funcionario.
Formalmente, quedará a cargo el vicepresidente, Ferrari. Como se trata de una sociedad anónima, es necesario que el directorio se reúna y nombre otro número uno. Eso sucederá en estos días. Y entonces Posse y los suyos tendrán el control total de la compañía. Luego se definirá el destino final de los funcionarios de Malena, apoltronados en los mullidos sillones de los despachos de una empresa subsidiada.