Jorge Almirón y Martín Demichelis corren detrás de un mismo objetivo: convencer.
Por Juan Butvilofsky para TN - Si el análisis sobre el desempeño de Boca estuviese asociado a los números, a la estadística dura, la continuidad del DT Jorge Almirón, tal vez, estaría observada. Porque el fútbol argentino, de acuerdo a la máxima histórica, es la gloria o Devoto, plata o mierda. Detrás de las tres derrotas en cuatro partidos en la Copa de la Liga hay matices, que en realidad están a un costado: la supervivencia en la Libertadores.
Y entonces, ¿qué ves cuándo lo ves? En la Copa, Boca ganó su zona, consiguiendo importantes triunfos ante Colo Colo en Chile y en la Bombonera. Y, fundamentalmente en Santiago, el DT Almirón jugó un papel importante al ubicar a Luis Advíncula en una posición diferente. De hecho, el peruano abrió el marcador con un preciso remate. Pero los números de este semestre, en general, se limitan a derrotas inapelables, empates sufridos y a actuaciones sobresalientes del arquero Sergio Romero en las tandas de penales.
Si sumamos las cuatro igualdades en octavos y cuartos de Copa Libertadores, las tres derrotas seguidas en la Copa de la Liga y el empate frente a Almagro en Copa Argentina, apuntando el análisis hacia el tiempo regular, la conclusión es elemental: a Boca, aún con un plantel rico en opciones, le cuesta ganar. No gana, en realidad. Y hasta le cuesta hacer goles, lo que es aún más grave. Anotó en un solo partido de cuatro en la Liga (tres a Platense), en dos de cuatro de Copa Libertadores (en la Boca frente a Nacional) y ante Almagro por duplicado en la Copa Argentina.
Entonces, ¿cuál es la virtud de este equipo, que aún pelea en todos los frentes? No es el funcionamiento, no son las individualidades, y todo se reduce al oficio en la serie ante Racing y a Chiquito Romero, siempre. No mucho más que eso. Y por eso, justamente, lo que viene es determinante: Boca está obligado a llegar a la ida con Palmeiras con un nivel confiable.
Central Córdoba en es la primera prueba. Si Boca no reacciona, para el DT Almirón Palmeiras será la gloria o Devoto, plata o mierda, porque no tendrá de dónde aferrarse para seguir adelante. Contra Defensa y Justicia, su equipo exhibió una mejoría en materia colectiva en el primer tiempo, y si no la metió fue más por la impericia de los jugadores que por las decisiones del entrenador, pero los números fríos lo condenan.
Y en Núñez, ¿qué ves cuando los ves? River oscila entre un estado de shock recurrente en las paradas más bravas que le valió la eliminación de las Copas, la crisis pública entre Martín Demichelis y un grupo futbolistas experimentados de su plantel, el potencial ofensivo sin par y la fragilidad defensiva. En medio de esa ensalada de sensaciones, todas vigentes, contra rivales como Barracas Central o Arsenal alcanza. Pero ante exigencias mayores, no. Y eso condiciona todo.
Lo único que no está en discusión en River es la jerarquía del plantel. Si Demichelis logra armonizar a su tropa, será candidato, otra vez. Ya demostró que en la Liga puede. Las diecisiete victorias en fila en el Monumental hablan por sí solas. Las excursiones fallidas también. La misión es recuperar equilibrio. Ganando es más fácil, y el Millonario, aún sufriendo de a ratos contra un rival limitado, ganó otra vez.